Hola Pippo, alma tan libre como la naturaleza…

Falleció a la edad de 70 años, tras una larga enfermedad, en Matera, en la casa de via Casalnuovo, tras una enfermedad que lo había debilitado. Y la noticia de su fallecimiento fue como un tam-tam, lo que despertó incredulidad y muchos recuerdos por lo que Pippo representó en la historia de la Ciudad de las Piedras, de la que se había alejado en los últimos años en busca de un silencio que primero había tenido. encontrado en San Severino Lucano (Potenza) y lo más pronto posible en el campo de Miglionico. Y aquí sólo podía escuchar, junto a su fiel perro Birillo, compañero de muchas salidas, el susurro del viento, y admirar la majestuosidad de un árbol. Símbolo de vida, libertad y una naturaleza que sabía lo que hacía, en cada estación, recuperando lo que le correspondía y ofreciéndose a quienes supieron apreciar los ciclos y ritmos de las estaciones. Una relación en sintonía con el concepto que Pippo tenía de la vida, de sí mismo y de la relación con los demás. Coherente, obstinado, “anarquista” desde todos los puntos de vista, como recuerda Gianfranco Lionetti, entre sus amigos de toda la vida además del inseparable “Birillo”, el perro expósito de toda su vida, que le acompañó desde Sasso Caveoso en aquel San Severino Lucano ( Potencia). “Eran inseparables”, comenta Gianfranco. En el coche, en casa, en la calle en el bar, en el bosque buscando setas, que eran su pasión. Birillo vino hacia mí y se colocó entre mis piernas como lo hacía con él, casi buscando consuelo. Pippo era querido por todos. Tuvo una vida intensa y en la última etapa estuvo solitario en busca de paz y serenidad. Lo extrañaremos por las muchas batallas emprendidas”. Cómo no recordar, y somos testigos, de lo que se hizo para traer a Matera los restos de “Chitaridd”, Eustachio Chita, incorrectamente llamado el bandolero de Matera. Corría el año 2008 y Pippo lideraba el Comité Vico Solitario, que recogió 1.000 firmas para un acto de justicia que quedó sin ejecutar y detenido en las puertas del museo de antropología criminal Cesare Lombroso de Turín. Nada de los restos. A Pippo le hubiera gustado instalar una mesa conmemorativa de Chitaridd en el cementerio municipal y crear un espacio educativo en el Museo Ridola. No fue la única batalla librada. Recordamos el de la seguridad de la iglesia de San Leonardo, también en Sasso Caveoso, con reiteradas solicitudes al Municipio acudiendo personalmente a las oficinas. Marbella roja en la plaza, perro en el coche y “pimiento” en mano esperando a que bajen los técnicos municipales para una inspección. Pero hablamos de él, también por su compromiso sociopolítico en los años setenta https://giornalemio.it/cultura/a-come-andrisani-una-vita-da-agit-prop/. Lo habíamos conocido el pasado mes de febrero en el hospital, en compañía de un familiar que lo asistía y juntos recordábamos las batallas que había librado por “Chitaridd”. Y él de manera sucinta y con un atisbo de sonrisa comentó: “No os preocupéis, nunca morirá en la memoria de los matera…”. Es cierto, a juzgar por el debate abierto sobre esa temporada de la historia de Matera que el teatro, empezando por Talia, mantuvo viva y por quienes no se resignan a las injusticias de la vida cotidiana. Hola Pippo. Mañana, 1 de mayo, última despedida por la mañana en la iglesia de San Rocco.

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