“Quitennos nuestra libertad, no nuestra dignidad”. Plantón contra los suicidios en la cárcel de Palermo

“Quitennos nuestra libertad, no nuestra dignidad”. Plantón contra los suicidios en la cárcel de Palermo
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La gente muere en prisión. Demasiado, si es cierto que desde principios de año ya se han quitado la vida tres reclusos en las prisiones de la isla. Por eso muchos respondieron al llamado del Garante de personas privadas de libertad personal, de Palermo Pino Aprende, quien hoy convocó a todos a una sentada frente al nuevo juzgado. «Hay demasiado silencio por parte de la política y de las instituciones – afirma – El suicidio en prisión no es un hecho episódico y personal, sino una forma de recuperar la libertad de un sistema que sigue concibiendo la prisión sólo como un hecho punitivo y no con fines de reeducación”.

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Carteles escritos con rotulador rojo piden “más psicólogos, más escucha”, “castigos alternativos”, “trabajo y salud”, lanzando un llamamiento “quítennos la libertad, no la dignidad”. Están retenidos por abogados, activistas y familiares de quienes se han quitado la vida en prisión. Y las presencias están ahí: Sala Penal, Colegio de Abogados, asociaciones y comités que se ocupan de los presos, de los familiares de quienes se han quitado la vida en prisión.

A todos los Presidentes de la Corte, Piergiorgio Morosini Quisieron dar una señal de atención, con un breve encuentro en la plaza. Aseguró a los manifestantes que incluso dentro del poder judicial hay atención a las cuestiones y problemas denunciados y que se está trabajando para resolver los problemas. El problema, antiguo, es la falta de recursos y de hombres.

«Lo que es un poco decepcionante – dice Giorgio Bisagna, conocido abogado penalista y presidente siciliano de Antígona, mirando la plaza- es que sólo hay gente del ‘sector'”. Pero en definitiva – reflexiona – es también una confirmación de lo que es hoy la prisión: “un basurero social, una manera de esconder el polvo bajo la alfombra, del que nadie quiere hablar”. Las cárceles italianas, superpobladas y en la mayoría de los casos viejas y ruinosas, son un archivo de muchos de los fracasos de la sociedad.

De hecho, si se mira más de cerca, como revela “El nudo en la garganta”, el último informe de la asociación Antigone, no son sólo jefes peligrosos los que abarrotan las instituciones penitenciarias en Italia: los presos de la mafia en Italia suman alrededor de 8.000 de un total de población carcelaria de alrededor de 31 mil personas. Entre rejas – nos lo dicen los números – los que acaban siendo responsables principalmente de delitos contra la propiedad o de violaciones de las leyes sobre drogas. “Y en la mayoría de los casos no se trata ciertamente de un tráfico a gran escala”, observan los comités.

Más de 1.500 personas en toda Italia están encarceladas por violar la ley sobre inmigración ilegal. Y los propios extranjeros son la prueba de fuego del fracaso del sistema penitenciario. Representan el 31,3% de la población carcelaria total, pero la mayoría terminan en prisión por delitos menores: el 44,26% de ellos tienen que cumplir menos de un año de prisión. «Un signo, entre otras cosas, de su menor acceso a medidas alternativas a la detención en comparación con los italianos», informan desde Antigone. Muy a menudo son ellos quienes pagan el precio más alto por las dificultades de la detención. De los 33 casos de suicidio confirmados desde principios de año, 14 son de extranjeros.

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«Existe un hilo conductor que une el problema de los suicidios con el del tratamiento de los trastornos psiquiátricos en prisión – informa el abogado Bisagna – Para patologías de este tipo, tenemos un número muy elevado de presos que reciben terapia farmacológica». Al menos el 80 por ciento, según las últimas estimaciones informales «y es un tema que necesita ser explorado más a fondo, porque hay dudas de si un tema que realmente tiene que ver con el malestar y el daño a la dignidad humana se está abordando a través de la uso de drogas que a menudo implica la prisión”, advierte el presidente siciliano de Antígona.

Una emergencia que seguimos afrontando con armas contundentes. La asistencia recae sobre los hombros del servicio de salud mental de la empresa provincial de salud, que debe dividirse entre mil urgencias. Y no hay estructuras dedicadas. En toda Sicilia sólo hay dos Rems. “Salvo casos raros, el recluso con problemas psiquiátricos que no es declarado incapaz de entender y de voluntad permanece en prisión – informa Bisagna – Hay secciones especializadas en las instituciones, pero son insuficientes tanto desde el punto de vista cualitativo como cuantitativo”.

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