Corría el año 1947 cuando, en el corazón de Emilia, entre colinas que abrazan el cielo y campos que acunan los sueños de los amantes del motor, en un lugar conocido como el Parque de las Aguas Minerales, una franja de tierra entre el río Santerno, la conexión de la Tosa y Piratella, y la finca Rivazza, el empresario de Imola, Checco Costa, con un grupo de amigos, sentaron las bases de lo que hoy conocemos como el circuito de Enzo y Dino Ferrari.
La guerra acababa de terminar, las empresas mecánicas de la zona habían dejado de fabricar armas de destrucción y habían vuelto a la producción normal del período anterior a la guerra. Italia quería recuperarse y muchos apoyaron ese proyecto futurista que tenía como punto de apoyo la velocidad. En el 52, el circuito de Santerno se convirtió en una estructura permanentemente organizada y el día de la inauguración, un coche del ingeniero Ferrari, que ya vivía en el corazón de todos los deportistas, y un Gilera de 4 cilindros, conducido por Umberto Masetti, Aceleraron por ese tramo de asfalto y descendieron hacia Imola. Con el tiempo, la belleza de esa pista atrajo a Imola carreras, equipos, fabricantes de motocicletas y automóviles cada vez más prestigiosos, así como pilotos de alto nivel y multitudes de entusiastas.
La notoriedad y la consagración en el Olimpo de la velocidad llegaron entre finales de los años 60 y principios de los 70 con el campeonato del mundo que debutó aquí con el Gran Premio de las Naciones y las 200 millas de Imola.
Las primeras carreras internacionales con coches protagonistas llegaron con el campeonato de resistencia. Los coches de Fórmula 1 llegaron incluso más tarde, a finales de los años 70, con un primer gran premio dedicado al hijo de Enzo Ferrari: Dino. Eventos internacionales, pruebas de superdeportivos y motos: el aura de Imola brilla. El primer fin de semana de mayo de 1994 una doble tragedia marcó el circo de la F1 y el Autódromo: Roland Ratzenberger y Ayrton Senna murieron en dos accidentes diferentes durante el Gran Premio de San Marino.
Un dolor que llevó a todos los protagonistas del Mundial de F1 a competir para insertar nuevos elementos de seguridad en los monoplazas y en los circuitos.
En 2002, Imola fue el escenario de la carrera más bella de la historia: la última prueba del Campeonato del Mundo de Superbikes, ante una multitud de más de 100.000 aficionados. Frente a los Ducati, Colin Edwards logró la hazaña y en la carrera 2 arrebató el título de Campeón del Mundo y el título de constructores a Troy Baylis y Ducati. Una carrera épica donde los dos abanderados Ducati y Honda se convirtieron en protagonistas absolutos con adelantamientos, contraadelantes y caídas en cada curva.
Hoy en día, el Circuito de Imola sigue brillando como una joya en el panorama del automovilismo mundial. Este fin de semana el circuito de Santerno volverá a ser escenario de una prueba del motor de gran prestigio: las 6 Horas de Imola. Un evento emocionante y espectacular, en el que competirán casi 40 coches, divididos en las dos categorías Hypercar y LMGT3, que representan 14 marcas. La industria italiana está bien representada por Ferrari, en su segunda temporada en el Hypercar, que competirá con el objetivo de luchar por la victoria; y los nuevos Lamborghini e Isotta Fraschini, con el fin de encontrar una competitividad cada vez mayor en un campeonato muy equilibrado y con un resultado nunca predecible. El jueves a partir de las 16.45 horas, en la céntrica Piazza Matteotti de Imola, se presentarán todos los protagonistas de esta segunda prueba del FIA WEC. Por el escenario desfilarán pilotos de la talla de Antonio Giovinazzi, Antonio Fuoco, Mirko Bortolotti, Alessandro Pier Guidi, Edordo Mortara, Valentino Rossi, en su primera temporada en el WEC.
Sin olvidar a los exjugadores de Fórmula 1 Robert Kubica, Nick De Vries, Mick Schumacher, Daniil Kvyat, Sebastien Buemi, Paul Di Resta, Kamui Kobayashi. Damas y caballeros: ¡calienten motores!
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