Laura Betti, Madame a 20 años de su muerte – Libros – Un libro al día

Laura Betti, Madame a 20 años de su muerte – Libros – Un libro al día
Laura Betti, Madame a 20 años de su muerte – Libros – Un libro al día

RENZO PARIS, MADAME BETTI (Elliot, página 163, 18,00 euros)

“Tenía ante mí a una viuda que todavía tenía que llorar todas sus lágrimas, sin dolientes, con tanta ira en el cuerpo que la empujaba a buscar a los horrendos asesinos de su hombre, a los que llamaba ‘muertos vivientes'”. Se pregunta “¿Quién es Laura veinte años después de su muerte?”, Renzo Paris, que pinta un retrato de ella dos décadas después de su muerte a finales de julio de 2004, ‘Madame Betti’. “Laura Trombetti, alias Laura Betti, nació en Casalecchio di Reno el 1 de mayo de 1927 y murió en Roma el 31 de julio de 2004. Se instaló allí en 1955”, en la casa con la terraza y los dos gatos siameses, que huelen a lasaña. , que el propio París, también en Roma desde 1955, frecuenta desde hace mucho tiempo.
“Su cuerpo, siempre cubierto hasta los pies con caftanes arabescos, tenía un aire ligero: cuando la abrazaban a modo de saludo parecía mantequilla”, la describe, retratándola poéticamente con su bella e intensa escritura. ‘Madame’ que declinó los nombres masculinos hacia los femeninos, y llamó a las feministas (todas entonces) “le ome” o más bien “le cazze”, fue una actriz y cantante que actuaba sobre todo en la vida con aquellas muñecas azules. Como ojos, París todavía parece brillar en estas páginas. La “Abuela” en cambio fue Alberto Moravia que incorporó a Paris en Nuovi Argomenti, también dirigida por Pasolini. Corría el año 1965 y el autor habla también de sí mismo, del niño de Celano que inmediatamente vio en Laura Betti la imagen de una muñeca que había deseado de niño.
Un libro que fluye ligero como una pluma, gracias a una escritura alada en la que aparecen episodios de una vida: de Sabaudia con Dario Bellezza y Daniele Del Giudice siempre en la casa Moravia-Pasolini, y luego Nanni Moretti y las sesiones del yo masculino -conciencia, con la siempre presente Laura Betti y su sartén de lasaña.
Pero ella es la reina de estas páginas, la mujer que fue con Pasolini al Mandrione para hacer el papel de prostituta y no pudo ir más allá porque no le gustaba nadie. La reina de un salón alternativo, donde caminaban gatos sobre la mesa, que frecuentaba la Roma de la gente que no es del Vaticano. El gran amor imposible fue, por supuesto, Pier Paolo Pasolini, de quien quedó viuda inconsolable, siempre partidaria convencida de la tesis de que fueron los fascistas, los de Ordine Nuovo, quienes lo mataron.
Pero en el amor había tenido algunos escándalos con Claudio Villa y Marlon Brando -Bertolucci canceló la escena que había rodado para El último tango en París-, saliendo intacta de aquella Dolce Vita de la que había sido protagonista. “En sus películas más famosas, dirigidas por Pasolini, Fellini, Bertolucci, Jancso, Varda, ella siempre se interpretó a sí misma, agresiva y tierna como era”, escribe Paris, recordando su período de gloria en el que aún no había entrado en escena y esperando que veinte años después de su muerte encuentre el lugar en la memoria colectiva que se merece.

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