“Dime que me amas”. El montañismo y los tormentos de Claude Barbier en el libro de Monica Malfatti

“Dime que me amas”. El montañismo y los tormentos de Claude Barbier en el libro de Monica Malfatti
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Barbier con Lionel Terray en 1964. Foto Van Bever

La portada de Dimmi che mi ami, escrita por Monica Malfatti

Con Anne Lauwaert en 1976 en la cima de La Moine. Foto claudiobarbier.be

Vivac en la Via degli Strapiombi, en la cima de Ambiez. Foto claudebarbier.be

Barbier en Punta di Campiglio en 1865 @ Jean Bourgeois

Claudio Barbier. Foto J. Slegten

Barbier en las Aiguilles de Chamonix en 1969. Foto B. Hanoteau

No todos los grandes escaladores llegan a ser tan famosos como merecen. Así lo demuestra la historia de Claude Barbiernacido en Etterbeek, a las afueras de Bruselas, en 1938, y que puso fin a su aventura terrenal a los 39 años, en 1977, debido a una caída en el peñasco de Freyr, en las Ardenas.

Aunque nació y murió en Bélgica, Barbier amaba Italia (hasta el punto de querer llamarse Claudio y no Claude) y los Dolomitas, donde abrió unas cuarenta nuevas vías y donde practicó la escalada en solitario a un alto nivel. La lista de sus ascensos sin compañero, a principios de la década de 1960, incluye allá Calle Andrich en Punta Civetta, allá carlesso en la Torre Valgrande, los comicos en Civetta y Ratti en Torre Venezia. Fuera de los Dolomitas, en 1970, realizó la primera ascensión en solitario al vía Cassin sobre el Cara noreste del Piz Badile.

La obra maestra de Barbier, del 25 de agosto de 1961, es sin embargo la concatenación de las cinco caras norte de Lavaredo (vía Cassin hasta Cima Ovest, vía Comici hasta Cima Grande, vía Preuss hasta Piccolissima, vía Dülfer hasta Punta di Frida, vía Innerkofler hasta Cima Piccola) en poco más de 7 horas en total. Una hazaña digna de Cesare Maestri, Reinhold Messner, Heinz Mariacher o Manolo, pero que no hace famoso a su protagonista. Sin una postal enviada a Marino Stenico, en realidad la noticia correría el riesgo de perderse.

Además de sus ascensiones, solo o en grupo, Claude Barbier es conocido por sus furiosas discusiones con sus compañeros de escalada, por sus momentos de depresión y sus silencios repentinos. Monica Malfatti, una joven periodista y alpinista de Trentino, cuenta su historia en “Dime que me amas”un libro (144 páginas, 20 euros) que acaba de publicar la editorial Versante Sud.

No es una biografía clásica, pero por eso mismo el resultado es contundente. Malfatti comienza con una introducción de treinta páginas que es un compendio de la historia del montañismo en los Dolomitas, y continúa haciendo que sus compañeros de escalada cuenten la historia de la protagonista como Heinz Steinkötteralemán de Aquisgrán trasladado a Trento, Alberto Dorigatti Y Almo Giambisiadministrador desde hace mucho tiempo del refugio de Vajolet y de un hotel en el paso de Pordoi.

Además de la fuerza de Barbier en la pared, surgen muchos detalles nuevos. “Claudio siempre cantaba. Aseguramiento, en la cima, camino al inicio de las rutas”. Giambisi se detiene en un momento difícil, una discusión en el Pale di San Martino seguida de la acusación de haber robado a Vajolet una caja de libros y material de montaña. Cuando Almo la encuentra y la lleva con Claude en Val Gardena, su relación se convierte en una verdadera amistad.

Muchos otros montañeros famosos se cruzaron en la vida de Claude Barbier, y muchos de ellos ya no están con nosotros. En 1955 es Lino Lacedelliel nuevo ganador del K2, introdujo al niño belga en la escalada durante unas vacaciones familiares en Cortina. En 1959, mientras escalaba con un amigo en Lavaredo, Barbier presenció la famosa competición en la Cima Oeste entre los Scoiattoli di Cortina y los suizos Hugo Weber y Albin Schelbert..

Con otro alemán famoso, Dietrich Hassey con su amigo Steinkötter, Barbier rastrea en 1966 la Via degli Strapiombi a Cima de Ambièzen los Dolomitas de Brenta. La relación de Claude con Reinhold Messner no es fácilque es seis años menor que él y que empezó a realizar sus escaladas en solitario en los años 1960.

En septiembre de 1968 los dos se unieron para abrir una ruta en Piz Ciavàzes (Albina, 250 metros, V y V+) y repetir la ruta después de un almuerzo en Passo Pordoi. vía Senner hasta la Tercera Torre del Sella. En el mismo período, sin embargo, el surtirolés continuó su polémica contra los “direttissime”, primero hablando en conferencias y luego con un artículo publicado en Alemania y luego en la “Rivista Mensile” del CAI, y que en la versión italiana ‘título “El asesinato de lo imposible”).

Entre los objetivos de Reinhold se encuentra precisamente el Via degli Strapiombi en Cima d’Ambiez y, según Monica Malfatti, “Al leer esa pieza Claudio quedó realmente impactado”. El escrito de Messner concluye con una invitación a “no matar al dragón” borrando lo imposible del montañismo con pernos de presión.

A finales de septiembre de 1969, el alpinista de Etterbeek respondió a Messner trazando junto con Carlo Platter y Giambisi una magnífica ruta de escalada libre en Lagazuoi Nord, que incluía una travesía larga y expuesta. El autor lo define como una “obra maestra de coraje e inteligencia montañera”. No es casualidad que, en respuesta a Messner, el nuevo itinerario se llame Via del Drago.

Como ocurre con todos los montañeros, la vida de Claude Barbier no se compone sólo de roca. Monica Malfatti cuenta la historia de su vida y de sus amores y recibe ayuda de Anna Lauwaert, el compañero de los dos últimos años de vida del belga. La encuentra en Loco, un pueblo del cantón del Tesino donde vive Anna, y escucha la historia de un amor a primera vista, hecho primero de atracción física y luego de profundo entendimiento.

Anna le cuenta a Mónica sobre el libro. “El Camino del Dragón” que dedicó a su hombre, pero que sólo se publicó en italiano. Luego le cuenta cómo empezó a hurgar en sus 92 cajas de libros, “la única riqueza verdadera – nunca alardeó – de Claudio”descubriendo su interés por Cesare Pavese y Moby Dick.

Sólo muchos años después, en 2010, mientras escuchaba la radio, Anna Lauwaert descubrió la investigación que la justicia belga había abierto sobre los abusos sexuales cometidos medio siglo antes en un colegio benedictino. Se habla de al menos 5.000 niños maltratados, salen a la luz muchos suicidios ocurridos décadas después. El nombre de Claude nunca aparece, pero Anna se convence de que él fue una de las víctimas. No tiene pruebas, no acude a los tribunales, pero esto le ayuda a comprender.

“Claudio había realizado grandes hazañas, nos habíamos querido maravillosamente, habíamos creído en el futuro con todas nuestras fuerzas, pero nada de eso fue suficiente para borrar la sombra de las atrocidades que habíamos sufrido” Lauwaert se lo dice a Malfatti en una de sus reuniones.

Otro momento que Anna le cuenta al autor los ve a ella y a Claude en la cama abrazados. “Dime que me amas. Dime que me amas por mí, no por la montaña, no por mis hazañas, no porque te llevo a escalar, no porque te hago el amor. Dime que me amas sólo por mí mismo”, dice antes de quedarse dormido. El libro termina aquí, con una pequeña fotografía de Barbier, una niña vestida de blanco, en una playa del Mar del Norte. No sólo existe la montaña en la vida de los grandes montañeros.

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