Moscú declara la guerra (económica) a Italia

La central eléctrica del Grupo Ariston Thermo en Fabriano (Ancona) – Ansa

El gobierno ha comenzado a tomar medidas concretas contra la expropiación por parte del Kremlin del control de los negocios de Ariston en Rusia. El Ejecutivo convocó al embajador ruso, Alexey Paramonov, al Ministerio de Asuntos Exteriores para expresar su “fuerte decepción” por una medida que afecta a las “actividades económicas legítimas de las empresas extranjeras”. Riccardo Guariglia, secretario general del ministerio, expresó explícitamente “la esperanza de que Rusia pueda reconsiderar la medida adoptada, ya que la parte rusa la clasifica como temporal”. Paramonov, sin embargo, no hizo concesiones: respondió que “el deterioro de las relaciones económicas y comerciales bilaterales” “recae enteramente en las autoridades italianas” y recordó las “acciones hostiles emprendidas por los Estados Unidos de América y otros Estados extranjeros encaminadas a privar ilegalmente Rusia, sus entidades jurídicas y diversas personas físicas del derecho de propiedad y/o de limitar ese derecho a la propiedad situada en el territorio de dichos Estados”.

El ministro de Asuntos Exteriores, Antonio Tajani, ha convocado para este jueves una “mesa Rusia” en la que también participan Confindustria y otras asociaciones empresariales. El ministro de Empresa y Made in Italy, Adolfo Urso, habló con la alta dirección de Ariston y explicó que el Gobierno pretende obtener “nuevas herramientas” de Europa para “proteger a las empresas afectadas por las represalias de Rusia”.

La semana pasada, el Gobierno ruso inició la nacionalización temporal de las actividades de Ariston, que produce calentadores de agua desde hace más de veinte años en una fábrica a pocos kilómetros de San Petersburgo (Rusia representa alrededor del 3% del volumen de negocios del grupo). La misma suerte corrió una filial de la alemana Bosch. La gestión de ambas empresas se confió a la empresa estatal del grupo Gazprom, que produce electrodomésticos. Gazprom no es sólo el gigante energético ruso, sino también el poderoso brazo económico del régimen.

La operación contra Ariston y Bosch es el último capítulo de un plan del Kremlin que podría afectar potencialmente a otras empresas prósperas. La decisión se tomó sin información previa, a pesar de que el clima se había vuelto complicado en los últimos meses. Ya en abril de hace dos años, el grupo había decidido suspender las inversiones, excluyendo las relacionadas con la seguridad en el lugar de trabajo. La decisión de quedarse se tomó con la intención de proteger a los doscientos trabajadores y las inversiones. Ayer en bolsa la acción de Ariston cerró con un -1,1% tras una jornada negativa.

Desde el comienzo de la guerra en Ucrania, Rusia ha puesto los activos de una veintena de empresas occidentales bajo “gestión temporal”, justificando estas medidas como respuestas necesarias a las acciones de otros países contra sus empresas, afectadas por sanciones. El año pasado, Putin firmó un decreto similar transfiriendo temporalmente la gestión de las filiales rusas de Danone y Carlsberg a la Agencia Federal de Gestión de Propiedades. La medida se adoptó después de que las empresas francesa y danesa anunciaran su intención de salir del mercado ruso.

Aunque la guerra ha reducido casi a la mitad el valor del comercio, hay muchas empresas italianas que, a pesar de respetar las sanciones, siguen activas en Rusia. Un estudio realizado por la Universidad de Yale, actualizado cada mes desde el inicio de la guerra, divide las 1.586 empresas occidentales activas en Rusia en cinco categorías según su grado de implicación. Entre las empresas italianas que han abandonado completamente el país se encuentran Autogrill, Enel, Eni, Iveco y Generali. Sin embargo, son doce los que mantienen una presencia activa en Rusia. Además de Ariston, están Benetton, De Cecco, Diesel, Fenzi, Boggi, Buzzi Unicem, Calzedonia, Cremonini, Fondital, Perfetti Van Melle y Unicredit. En el medio, muchas empresas que han adoptado una política de reducción de inversiones y actividades a la espera de tiempos mejores: gigantes como Barilla, Ferrero, Luxottica y Geox, por nombrar solo algunos.

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