«El bloque de Macron está anulado, ahora movilicemos a los votantes»

«El bloque de Macron está anulado, ahora movilicemos a los votantes»
«El bloque de Macron está anulado, ahora movilicemos a los votantes»

“Necesitamos una mayoría absoluta”, afirma Marine Le Pen desde su feudo en el norte, Hénin-Beaumont. No tuvo problemas para conseguirlo: anoche avanzó a primera ronda, como se esperaba. “La democracia ha hablado – afirma entre la multitud que lo vitorea – en una votación inequívoca, que demuestra la voluntad de los franceses de pasar página después de siete años de poder despectivo y corrosivo” de Macron. Le Pen lanza inmediatamente la campaña para la votación del domingo: “nada se da por sentado, la segunda vuelta es crucial para evitar que el país caiga en manos de una coalición de extrema izquierda con tendencia violenta”. «Necesitamos movilizar a los votantes» para garantizar «que el pueblo triunfe» y que Jordan Bardella sea nombrado primer ministro dentro de ocho días y asegura: «Ningún francés perderá derechos, al contrario, los derechos estarán garantizados».

Historia

Qué tan lejos llegar dentro de una semana del gobierno. El padre Jean-Marie Le Pen tiene ahora 95 años. Desde febrero se encuentra bajo la tutela de sus tres hijas. Son ellos quienes gestionan su patrimonio, aunque, aseguran, él es perfectamente capaz de ejercer sus derechos. Quién sabe si habrá reconocido en el Rassemblement National dirigido por el musculoso Jordan Bardella, de 29 años, ese Frente que creó hace medio siglo. En su momento, también él tuvo que realizar el despacho de aduanas: había recuperado el grupo “Ordre Nouveau”, refugio de los nostálgicos del fascismo, del nazismo, de la Argelia francesa, de los racistas adoradores de la cruz celta, y había creó el Frente Popular. Era 1973. En las últimas tres semanas, la Asamblea Nacional de Bardella ha sufrido al menos tantas metamorfosis como las que ha acumulado el movimiento de extrema derecha francés en los últimos 50 años.
De Jean-Marie a Bardella la marcha fue larga, pero constante. El domingo sabremos si el techo de cristal se ha roto, si los herederos del Frente entrarán en el Palacio Matignon, sede del gobierno francés. Aún no hay nada escrito, las instituciones y el sistema electoral francés a doble vuelta siempre han bloqueado el camino (cada vez con menos fuerza) a una extrema derecha incapaz de forjar alianzas. En 1986 fue Jean-Marie Le Pen quien abrió por primera vez las puertas de la Asamblea Nacional a la extrema derecha. Luego aprovechó una pequeña ayuda del presidente François Mitterrand, que había introducido una dosis proporcional para la ocasión. Le Pen logró colarse en esa brecha, consiguiendo 35 diputados al parlamento. Fue el primer susto. Dos años después la historia retomó su curso, volvió el sistema uninominal a dos vueltas y el Frente Nacional logró salvar sólo un diputado. Pero había caído un primer tabú. Jean-Marie Le Pen aprovechó el foco de atención para recordar algunos de los fundamentos de su partido, en particular que los crematorios de los campos de concentración “no son más que un detalle de la historia de la Segunda Guerra Mundial”. En 1991 siguieron los juicios y la condena definitiva. Y luego otras declaraciones y otras condenas por declaraciones discriminatorias contra homosexuales, inmigrantes y gitanos. Lo que no le impidió realizar su mayor hazaña: el 21 de abril de 2002, Jean-Marie Le Pen se clasificó para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales con Jacques Chirac. La extrema derecha está a un paso del Elíseo, un paso simbólico, porque dos semanas después toda Francia se reunirá para votar por Chirac y bloquear el camino a Le Pen. Pero se ha abierto un horizonte, Marine se convierte en vicepresidente del partido, es el comienzo de una nueva fase, otra, de normalización.

De padre a hija

Desde 2011, el padre ha cedido las riendas a su hija, aunque seguirá al mando durante años. Marine inicia una limpieza con el objetivo de conquistar el poder, empezando por los municipios, departamentos, regiones, pasando luego por el Parlamento y luego llegando al gobierno y quizás al Elíseo. Desde 2010, al menos del escaparate del partido, han sido eliminados los católicos tradicionalistas, los identitarios que no saben controlarse en las redes sociales y los nostálgicos de las distintas dictaduras del partido. Le pide a su ex socio Louis Aliot que organice la gran limpieza. Trabaja tan bien que se gana el apodo de Louis “el purgador”, e incluso hoy, separado de los marines desde hace años, Louis sigue siendo responsable de la oficina de reclutamiento de nuevos reclutas. La operación de Marine funciona: dos veces, en 2017 y 2022, también se presenta a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Emmanuel Macron la golpeó dos veces, pero estamos lejos del antiplebiscito que bloqueó a su padre. Para completar la metamorfosis, falta el cambio de nombre (se hizo en marzo de 2018, el Frente se convierte en el más tranquilizador Rassemblement) y el cambio de generación: Marine recluta a un chico cuyas habilidades comunicativas y facilidad ideológica captura. Con Bardella, las filas de la extrema derecha francesa están pobladas por menores de 30 años, “quizás sean un poco más inteligentes que nosotros – comenta una vieja guardia – son más presentables, llevan corbata y saben manejar el doble discurso con mayor habilidad”. “Jordan”, como lo llaman sus seguidores, se convierte en presidente de la Asamblea Nacional en 2022, Marine se dedica al grupo parlamentario (ahora un equipo de 80 diputados) con vistas al cuarto intento por el Elíseo.

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