Máxima de Holanda y esas ganas imparables de verano (hasta en el vestido)

Máxima de Holanda y esas ganas imparables de verano (hasta en el vestido)
Máxima de Holanda y esas ganas imparables de verano (hasta en el vestido)

Agosto está cada vez más cerca, y con él las vacaciones y, por fin, el relax, las vacaciones y la playa. Sin embargo, todavía queda un poco de tiempo, y todavía hay quienes como la reina Maxim d’Olande ahora sólo piensa en el mar; un pensamiento tan arraigado que incluso decidió ponérselo.

Todo sucede en un día lleno de actos institucionales para la realeza holandesa. De hecho, el mismo día los monarcas organizan por primera vez un almuerzo para rendir homenaje a personalidades que se han distinguido en diversos campos como el arte, la cultura, los medios de comunicación, la ciencia, el deporte y la empresa (entre ellos también el diseñador de moda Mohamed Bencellalel comediante Alex Klaasen y el cantante flamenco).

Máxima de Holanda en Valentino.

Patrick van Katwijk/Getty Images

Y luego, por la tarde, el Rey Guillermo Alejandro y la reina Maxim d’Olande se dirigen hacia el municipio de Vlaardingen a una reunión para discutir el impacto de la situación Gaza con representantes de la comunidad palestina de la ciudad y personas de origen judío.

Con tantos compromisos institucionales, es fácil comprender cómo Su Majestad espera disfrutar de unas merecidas vacaciones. Lamentablemente, sin embargo, por el momento, tiene que conformarse con verla sólo en su vestido.

Máxima de Holanda en Valentino.

DPPA/EM / ipa-agency.net

Aquí está ella, con un colorido vestido de manga larga. Valentino caracterizado por el estampado de una playa típica hawaiana, con palmeras, flores, una puesta de sol en el horizonte, incluso negra, que llega hasta el dobladillo de la falda, que recuerda la profundidad del mar. Para completar el look, los pendientes colgantes gitano diseñador Ole Lynggaard, en oro amarillo y piedras mixtas, junto con un par de zapatos de tacón rojos Gianvito Rossi. No es una novedad absoluta, a decir verdad, ya que se trata de un vestido de 2016 que ya lució la soberana nada más salir a la venta en las boutiques, lo que demuestra que las ganas de vacaciones no disminuyen con el paso de los años.

En definitiva, si la reina no puede ir a la playa, se lo lleva, aunque esté impreso. Sin embargo, todavía hay compromisos para la realeza en el horizonte pero quién sabe si el vestido podría ser de ayuda para afrontar las últimas citas antes de ir finalmente a la playa y ver con sus propios ojos ese atardecer junto al mar.

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