Vacuna contra la tos ferina: si las mujeres y los recién nacidos pagan el precio

Vacuna contra la tos ferina: si las mujeres y los recién nacidos pagan el precio
Vacuna contra la tos ferina: si las mujeres y los recién nacidos pagan el precio

¿Cuántas veces hemos escuchado que vacunar a nuestros hijos es un acto de sentido común?

La ley Lorenzin impone diez vacunas obligatorias durante la infancia y la adolescencia, alegando que son esenciales para proteger contra enfermedades y contagios. Esta campaña de comunicación alarmista acabó alimentando una falsa creencia e inculcando un fuerte sentimiento de culpa en los padres. La vacunación, especialmente contra la tos ferina, se percibe como una obligación moral, más que como una elección informada.

Andrea Vincenzi, de doce años, falleció el 22 de febrero a causa de la tos ferina, a pesar de estar vacunado e incluso haber recibido la dosis de refuerzo. Este trágico suceso pone de relieve cómo la obligación de vacunar a toda la población pediátrica carece de base científica.

La tos ferina, a pesar de la alta cobertura vacunal, sigue estando muy extendida, ya que puede manifestarse con síntomas leves en personas de todas las edades. A partir de un análisis de Boletín del ECDC del 8 de mayo de 2024 sobre el aumento de los casos de tos ferina, lo que está claro desde hace algún tiempo es claro: Los expuestos al riesgo de un curso grave de la enfermedad son los recién nacidos menores de seis meses, a menudo infectados por la unidad familiar. El riesgo en otros segmentos de la población se considera moderado, como se detalla en un artículo anterior nuestro.

Esta situación exige una reflexión urgente sobre escasa eficacia de la vacuna, rápida disminución de la inmunidad y aparición de variantes resistentes. Si la vacuna actual no garantiza la inmunidad colectiva¿Por qué seguimos promoviéndolo como remedio definitivo?

Las dos cuestiones fundamentales se refieren a los recién nacidos y a las mujeres embarazadas. Una vacuna que no garantiza la inmunidad colectiva, como lo demuestra el resurgimiento periódico de la enfermedad, y que por tanto no previene la transmisión del virus. expone a recién nacidos y lactantes a un mayor riesgo de contagio. Esto se debe a que la opinión dominante de que la vacuna es la panacea para todos los males, en muchos casos, convence a las personas vacunadas de que no representan ningún peligro, induciendo a comportamientos menos prudentes.

Las precauciones ambientales deberían ser la primera estrategia de protección, seguida de vacunas más eficaces y seguras. Los actuales mitigan los síntomas, pero no previenen la transmisión del virus, creando efectivamente la paradoja mencionada anteriormente: las personas vacunadas, en ausencia de síntomas evidentes, podrían transmitir la bacteria a los recién nacidos sin saberlo. (AQUÍ para más información)

Por el contrario, los padres deben ser conscientes de que los recién nacidos son infectados principalmente por miembros de la familia. La tos ferina se transmite a través de la saliva, los estornudos y la tos, y por el contacto con objetos contaminados. Por tanto, es fundamental limitar el contacto del recién nacido con personas que presenten síntomas respiratorios, incluso leves. Y también es crucial protegerlo de fuentes de infección mediante medidas de higiene adecuadas y aislamiento de lugares públicos en casos sospechosos.

La comunidad médica debe seguir buscando soluciones eficaces y seguras, mientras los padres deben estar informados y vigilantes, colaborando activamente en la protección de sus hijos.

Promover la idea de que las vacunas actuales pueden garantizar una protección colectiva y que estrategias como el “Cocooning” son eficaces no sólo es engañoso, sino potencialmente peligroso. Esta paradoja corre el riesgo de hacer caer a las personas en una falsa seguridad, subestimando los riesgos reales.

Incluso para las mujeres embarazadas el panorama no es tranquilizador. La estrategia de vacunación entre la semana 16 y 36, recomendada por la OMS, es controvertida, ya que aún no hay evidencia definitiva de su eficacia para reducir la incidencia de la tos ferina y sus complicaciones (hablamos de ello AQUÍ).

Aún no disponemos de suficientes estudios clínicos para sustentar las políticas de vacunación universal durante el embarazo y seguimos imponiendo esta práctica sin una base científica sólida. Es justo preguntar: ¿Estamos poniendo en riesgo a las mujeres embarazadas y a los recién nacidos sin pruebas suficientes de la eficacia de esta estrategia? La preocupación, por tanto, no es sólo teórica. Existe evidencia que vincula la vacunación durante el embarazo con un mayor riesgo de corioamnionitis y hemorragia posparto. Además, no se puede ignorar la posibilidad biológica de que la vacunación pueda afectar negativamente al desarrollo fetal, especialmente en el primer trimestre.

Los estudios actualmente disponibles, realizados en Estados Unidos e Inglaterra, presentan un problema de sesgo de selección. Esto significa que es posible que los resultados no reflejen con precisión la realidad de todas las mujeres.. Las madres que optan por vacunarse tienden a tener características socioeconómicas diferentes a las que no lo hacen. Por ejemplo, pueden tener un mayor nivel de educación, vivir en entornos más saludables y tener acceso a mejores recursos sanitarios. Estos factores influyen en su estilo de vida y exposición al riesgo. Es fundamental que las políticas de salud pública se basen en estudios que representen a todos los segmentos de la población y, por tanto, la realidad en su conjunto.

La tos ferina sigue siendo un desafío complejo, pero está claro que proteger a los recién nacidos y a las mujeres embarazadas debe ser una prioridad. Esto requiere una reflexión crítica y la adopción de políticas basadas en evidencia científica sólida. De lo contrario, seguiremos poniendo en riesgo a quienes más deberíamos proteger.

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