Fotos y reflexiones sobre el Pabellón de Italia en la Bienal

Fotos y reflexiones sobre el Pabellón de Italia en la Bienal
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Lo pasamos mal. Inmediatamente después del nombramiento, el dúo curador-artista (Luca Cerizza – Massimo Bartolini), que había destacado en el concurso para crear el Pabellón de Italia en la Bienal de Venecia de 2024, fue atacado e interrogado a pesar de que las licitaciones ganaban regularmente. Por suerte las polémicas se han calmado, quienes las plantearon ya no forman parte del gobierno y el país puede presentarse en la Bienal de Venecia con un pabellón pensado, elegante y sofisticado.

Pabellón italiano de Massimo Bartolini en Venecia

Massimo Bartolini (Cecina, 1963) es uno de los artistas italianos más sensibles desde hace treinta años y con este pabellón de 2024 pone un sello a su carrera en los años de su plena madurez artística. La intervención, editada por Luca Cerizza y apoyado no sólo por el Gobierno (800 mil euros), sino también por Tods y Banca Ifis (otros 400 mil euros), logra superar el espacio innecesariamente enorme de las Tese delle Vergini. La exposición se divide en tres espacios: el primer tramo, el segundo tramo, el jardín. El hilo conductor es el sonido, la música, pero también el silencio que es siempre sonido. Y lo escucho, con el título que juega con las palabras. Escuchar (escuchar) y por asonancia del inglés dos aqui. El pabellón se convierte así en un gigantesco instrumento musical que fluctúa entre los tres ambientes que resuenan uno dentro del otro, un órgano de infinitos tubos metálicos de kilómetros de largo y rítmicos en miles de metros cuadrados.

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Bienal 2024. Pabellón de Italia. Ph Irene Fanizza

Exposición de Bartolini en el Tese delle Vergini

Tres espacios decíamos. En el primero, nada más entrar, encontramos el único elemento figurativo: la pequeña estatua de un pensador bodhisattva colocada en lo alto de un larguísimo tubo de órgano que produce un ligero sonido fijo en La bemol. La composición firmada por los músicos también está en La bemol. Caterina Barbieri (Italia, 1990) mi Kali Malone (EE.UU., 1994) quienes trabajaron juntos para proporcionar sonido a la segunda sala. Su partitura es emitida por grandes cajas de música que, ayudadas por unos tubos de órgano de madera, soplan el sonido hacia el enorme órgano de tubos inocentes que llena todo el espacio. Un laberinto de elementos metálicos en planta, tanto vertical como horizontalmente: los inocentes tubos están diseñados como un jardín italiano y en el centro hay una de las clásicas fuentes flotantes de Bartolini que aquí parece mover su ola como el brazo de un director de orquesta atento a facilitando el sonido emitido por las tuberías. En el plano hay una referencia a los jardines italianos, el mayor ejemplo de belleza, serenidad y perfección; en perspectiva, en cambio, la colmena de metal que en Italia estamos acostumbrados a ver en Las Marcas, en Friuli, en Emilia, en Irpinia, en L’Aquila y en todos los lugares devastados por los caprichos del subsuelo que son una parte de la identidad de un país que ha tenido poco silencio, demasiada charla (y demasiados edificios mal construidos). En este caso la instalación funciona incluso mejor que la –conceptualmente similar– que invadió todo el Museo Pecci de Prato hace un par de años. Seamos claros: la referencia a la fragilidad de Italia es sólo uno de los niveles posibles de lectura y citación de esta obra, como es habitual en las investigaciones de Massimo Bartolini.

El programa público y el catálogo del pabellón italiano en la Bienal

Luego está el tercer espacio, el jardín exterior. Aquí ya se han celebrado y se seguirán celebrando hasta noviembre representaciones, lecturas, encuentros y lecturas. Un teatro de verdor, hablando de jardines italianos. Con una alfombra sonora de voces, campanas y vibráfono esta vez diseñada específicamente por Gavin Bayars (Reino Unido, 1943) con su hijo Yuri flotando entre los árboles y los montículos. El catálogo llegará más tarde; Luca Cerizza también será su comisario recopilando los contenidos que surgirán de este programa público: los textos ad hoc de Tiziano ScarpaDe Nicoletta Costa y los demás protagonistas. Hay una sensación de trabajo bien hecho, sin excesos, sin alardes, sin músculos. Oblígate a escuchar, por una vez.

Massimiliano Tonelli

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