Sangre y barro: anatomía de una calumnia

En Florencia, la Galería de los Uffizi alberga un lienzo de Sandro Botticelli al que pocos visitantes prestan atención. Quizás sea culpa del pequeño tamaño (sólo 90 por 60 centímetros), más probablemente porque la fama y la belleza de la “Venus” y la “Primavera” se roban el espectáculo. Sin embargo, es una pintura exquisita y la mano del pintor florentino destaca sin lugar a dudas. Se trata de una alegoría, la “Alegoría de la Calumnia”, de la que Botticelli quiso dar su versión: otros artistas, entre ellos Rafael y Mantegna, emprendieron el mismo ejercicio, que consistía en trasladar al lienzo un antiguo cuadro de Apeles, perdido, pero descrito por Luciano de Samosata en uno de sus textos dedicado, precisamente, a la calumnia.

Caracteres

La versión que nos dejó Botticelli en 1495 es particularmente recargada: un hombre desnudo es arrastrado por los cabellos por una mujer que sostiene una antorcha -la Calumnia personificada- frente a un rey con orejas de asno en el que dos mujeres (la Ignorancia y la Sospecha) derraman quién sabe qué malevolencia, mientras su atención es captada por un hombre con ropas andrajosas, que representa a Livore. No es suficiente, el fraude y el engaño contribuyen al tormento de la víctima, mientras que la Verdad (una copia en miniatura de Venus) permanece a un lado, ignorada por todos.

Más de cinco siglos después, los mismos personajes pueblan, perfectamente reconocibles, un libro del periodista y escritor de Como Paolo Moretti (“Sangre y barro”, primera edición de la serie Docu de Dominioni Editore) en las librerías dentro de dos días, el martes 16 de abril. . A diferencia de las figuras de Botticelli, que sin embargo ofrecen cierta gracia renacentista, los personajes contados por Moretti emergen de la dura crónica. El que comienza con la masacre de Erba del 11 de diciembre de 2006 y que aún hoy, a pesar de que hay dos personas en prisión sujetas a sentencias confirmadas en tres niveles de sentencia, no ha sido posible dejar constancia en la historia.

La noticia del sensacional asesinato múltiple – cuatro víctimas: Raffaella Castagna, su hijo Youssef de 2 años, su madre Paola Galli y su vecina Valeria Cherubini (además de las heridas de su marido, Mario Frigerio) – sigue vivo gracias a los recursos judiciales, pero también, y quizás sobre todo, al furor mediático que todavía no da señales de amainar. Furia que alimentó no tanto una tesis como un partido “inocentista” a favor de los condenados, los cónyuges Olindo Romano y Rosa Bazzier, a lo que desafortunadamente se une la ya familiar charla de las redes sociales, la colección de leones del teclado, el circo Barnum de expertos por libra.

A pesar de sí mismo

Y aquí es donde entra en escena Calumnia, que ya no empuña la antorcha que le confió Botticelli, sino que empuña un teléfono inteligente, con el que puede causar daños mucho más graves. Y un hombre inocente, uno de los más afectados por la masacre, acabó siendo arrastrado por los pelos en contra de su voluntad: Pietro Castañauno de los hermanos de Raffaella, difamado y calumniado por la falta de escrúpulos de un programa de televisión que permitió a uno de los condenados inocular en la opinión pública sospechas totalmente gratuitas.

De la “sangre” de la masacre, por tanto, al “lodo” de la calumnia: el título del libro de Moretti puede que no esté tejido como un encaje, pero lo dice todo con precisión. La reconstrucción de lo sucedido, del crimen, de la investigación, de los protagonistas y del infame rastro de mentiras y calumnias, está escrupulosamente elaborada por Moretti quien, sin embargo, sabe bien que no se trata sólo de un expediente judicial, sino con gente que ha derramado esa sangre y ha tenido que soportar ese barro. “Sangre y barro” es, pues, una novela de la vida en la que, siguiendo un hilo emocional más que cronológico, Moretti se sumerge en los protagonistas -podríamos decir en los perseguidos- de una atención mediática de contornos kafkianos y de una furia social que ni siquiera una manada de hienas (la referencia al título de un conocido programa es evidentemente casual) soñaría con conducir hasta su víctima.

La Verdad, como en el cuadro de Botticelli, permanece visible pero separada, ignorada por los “terraplanistas de Erba”, como los llama Piero Colaprico con un hermoso giro de pluma en el suntuoso prefacio del volumen. Paolo Moretti intenta volver a ponerlo en juego: con “Blood and mud” y con el podcast “Anime nere” para el sitio web laprovinciadicomo.it (producido con Martina Toppi). Sólo por eso su esfuerzo merece un lugar en los Uffizi. Parece que no es posible: al menos a nuestras bibliotecas, sin embargo, seguramente tendrá que tener acceso.

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