TELECOMANDO – Cultura

Debería hablar y quién sabe quién se pondrá de acuerdo en la nueva edición de Temptation Island (Canal 5 en prime time los jueves hasta altas horas de la noche). No sé si hacerlo a pesar de haberlo visto hasta el punto de un tedio increíble que lleva la visión a un medio sueño difícil. No sé, por tanto, si dedicar una nota más a un reality show más, que también está históricamente consolidado en la programación de la cadena líder de Mediaset. Lo cual podría reducirse a simples hechos de traiciones mutuas y malentendidos entre parejas si los ves en acción y por así decirlo porque más allá de las ganas de jugar con los tentadores, más los chicos con las tentadoras, y los notables sentimientos de celos de las novias. no vamos. Por otro lado, siempre han existido las llamadas relaciones enfermizas y una de las más famosas, retomada en la ficción cinematográfica, fue publicada nuevamente por Rai Movie el miércoles por la noche con la primera visualización completa y restaurada de “Night Porter”, cincuenta años tras su estreno, en una velada entera dedicada a su autora, la directora Liliana Cavani, completada por “Al di trascende del bene e del male”, también retransmitida en versión restaurada. Así, dos películas de 1974 y 1977, que ponían de relieve la dificultad y dependencia de las relaciones enfermizas entre víctimas y verdugos (en la primera, cuya historia es lo suficientemente conocida como para ser revivida) y el deseo de emancipación de la vida burguesa (el no. único triángulo filosófico entre Nietszche, Paul Rée y Lou Salomé en el segundo) en una época, a la postre reciente, en la que todo parecía posible en la convivencia entre creatividad y tragedia, reformas y terrorismo. Dejando todo para una futura reflexión, me gusta cerrar con un recuerdo que me recuerda a Facebook. Es de 2009 y está precisamente en el Telekommando de aquel sábado de hace 25 años, que cayó el día 28 y no el 29 como hoy: sólo tres días antes, el 25 de junio, murió Michael Jackson. Voy pues, querido lector, con una pequeña autocita, más pertinente que nunca en el cambio de época que atraviesa la sociedad contemporánea: “Si bien por su edad, cincuenta años y la forma en que desapareció, recuerda la muerte de otro músico excéntrico y sublime: Glenn Gould. Quizás, precisamente por haber llevado al máximo la intensidad de un genio, obligado desde muy joven al servicio del lucro, gracias a un padre despótico y al mismo tiempo no haber sido capaz de gobernar el fenómeno mediático que ese perverso circuito de estrellato y dinero que había creado”.

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