Habilidades digitales sí, pero sin renunciar al lápiz y al papel

El desarrollo de la tecnología requiere la adquisición de conocimientos y habilidades cada vez mayores. El mundo digital es una realidad nueva y en expansión, que también debe tenerse en cuenta en el sector educativo, donde los estudiantes son ahora todos “nativos digitales”. El uso de dispositivos tecnológicos ciertamente fomenta la participación de los estudiantes, sin embargo, algunos estudios en el campo de la neurociencia requieren una reflexión cuidadosa sobre los efectos del uso de tabletas y libros digitales en lugar de materiales escolares “clásicos”, como papel y pluma..

Desde hace unos años, en los centros educativos, donde todos los alumnos son “nativos digitales”, se actualizan los programas docentes con el objetivo de dotar a niños y jóvenes de un caudal de conocimientos útiles para su futura incorporación al mundo laboral. Estas son las llamadas habilidades digitales o Habilidad digitales decir, aquel conjunto de conocimientos y habilidades necesarios para utilizar adecuadamente las tecnologías de la información y la comunicación (TIC).

Según los últimos datos del ISTAT sobre competencias digitales (2023), aproximadamente el 45% de los residentes en Italia de entre 16 y 74 años tienen al menos competencias digitales básicas, es decir, tienen la capacidad de utilizar las tecnologías informáticas con familiaridad y espíritu crítico para obtener información. trabajo, ocio y comunicación. Sin embargo, sigue habiendo una brecha bastante grande entre los distintos países europeos, siendo Italia “ocupa las últimas posiciones en el ranking”. Dentro de los diferentes países, se encontraron entonces fuertes brechas en la población, asociadas a características socioculturales: en Italia la brecha entre los ocupados que tienen habilidades digitales básicas en comparación con los desempleados es de 17,8 puntos porcentuales, además, entre los trabajadores italianos ocupados , los trabajadores tienen niveles de competencia digital más bajos que los directivos, directivos y trabajadores administrativos.

Los italianos estaban en línea con la media europea en cuanto al uso de medios de comunicación social e interacción a través de internet (75,8% frente a 77,5% UE27), mientras que se quedan atrás en lo que respecta al uso de aplicaciones para la creación o modificación de contenidos digitales (41% frente a 45,2% UE27), al uso de los servicios en línea y algunas habilidades de gestión software (47% frente al 52,7% de la UE27), la búsqueda de información y datos en la red y la capacidad de juzgar la relevancia de la fuente (-9,8 puntos porcentuales en comparación con la media de la UE27), la capacidad de proteger dispositivos y datos personales (- 7,6 puntos respecto a la media de la UE27).

Es decir, en Italia el uso de las redes sociales y de las distintas plataformas disponibles en línea está muy extendido pero, en comparación con otros países, hay menos conciencia de los riesgos que se pueden correr al navegar por Internet (robo de datos, estafas en líneaintromisión de terceros en la vida privada, etc.), así como una reducida capacidad para distinguir fuentes fiables, con el consiguiente mayor riesgo de creer noticias falsas y formar una creencia errónea sobre las más diversas cuestiones, de carácter político, ético, social, histórico o de salud.

Estos datos confirman la necesidad de muchos italianos de abordar el uso de las nuevas tecnologías con mayor conciencia. La cuestión no sólo afecta a los adultos sino también a los usuarios más jóvenes, si tenemos en cuenta que la edad de los internautas ha ido disminuyendo progresivamente. Los padres no siempre son capaces de proporcionar a sus hijos conocimientos y enseñanzas digitales, es más, en ocasiones, son los propios padres -sin ser conscientes de ello- quienes ponen en riesgo la seguridad de sus hijos mediante un uso incorrecto de los mismos; red socialpor ejemplo, publicando fotos o vídeos sobre ellos (fenómeno de compartir). La Policía Postal recomienda desde hace tiempo a los padres no compartir en la red fotografías, vídeos o reproducciones de las voces de sus hijos menores, ya que pueden ser utilizadas por terceros para cometer estafas o, de nuevo, pueden convertirse en material insertado en redes de pornografía infantil. El 12 de marzo de 2024 se presentó a la Cámara de Diputados un proyecto de ley, n. 1171, cuyo objetivo es regular el fenómeno de Bebé influencer y de compartir. La ley propuesta establece límites, también para los padres, a la difusión de la imagen de los menores.

Tal y como recoge el estudio elaborado por la Policía Postal con motivo de la última Día de Internet Segura – el día mundial de la seguridad en línea promovido por la Comisión Europea y celebrado cada segundo martes de febrero desde 2004 − “En los últimos 10 años, el panorama de riesgo online para los menores se ha ampliado, llegando a expresarse con manifestaciones cibernéticas para todo tipo de fragilidad propia de la adolescencia.”. Entre los diversos peligros a los que están expuestos los jóvenes está también el acceso a contenidos inapropiados (por ejemplo, fotografías o películas pornográficas o videojuegos violentos), que pueden impactar negativamente en el desarrollo psicofísico equilibrado de niños y adolescentes. Agcom y Privacy Garantor han establecido una mesa conjunta destinada a promover un código de conducta para garantizar que las plataformas digitales adopten sistemas de verificación de la edad de los usuarios (Verificación de edad).

El 17 de mayo de 2023 el Garante para la niñez y la adolescencia presentó el Manifiesto infantil sobre los derechos en el entorno digitalal final del curso de formación destinado a profesores y alumnos de primaria. El Manifiesto, también recogido en el informe al parlamento aprobado en abril de 2024, contiene diez principios que han sido identificados por los niños, entre los que, en primer y segundo lugar están el derecho a una educación digital adecuada y el derecho a la protección, a navegar en un Ambiente seguro, acogedor y con contenidos aptos para niños y adolescentes.

Por lo tanto, una de las tareas de la escuela es proporcionar a los estudiantes un acervo adecuado de conocimientos informáticos, una alfabetización digital que vaya más allá de meras instrucciones sobre cómo utilizar el ordenador o cómo navegar por Internet. De hecho, se debe capacitar a los niños y adolescentes para que comprendan cómo funcionan las nuevas tecnologías y cómo utilizarlas de forma segura; deben ser conscientes de los peligros y se les debe ayudar a desarrollar la capacidad de criticar, para poder distinguir las fuentes fiables de las que no lo son.

Una formación digital que, sin embargo, para evitar que los alumnos adquieran competencias y pierdan otras, no debe excluir el uso de las herramientas “clásicas” que se utilizan en las escuelas: lápiz y papel. Si, de hecho, por un lado los dispositivos tecnológicos fomentan la implicación y ayudan a los estudiantes a desarrollar las habilidades necesarias para el futuro desempeño profesional y para su plena inclusión en la sociedad, por otro hay que señalar que el uso excesivo de estas herramientas, especialmente para los más pequeños otros, pueden tener efectos nocivos, incluso en términos de aprendizaje. De hecho, las herramientas tecnológicas ofrecen posibilidades innegables, pero también esconden trampas, especialmente si se utilizan en exceso o como sustitutos de otras herramientas que, por el contrario, favorecen un desarrollo psicofísico equilibrado. En este sentido, se ha observado que estudiar en dispositivos como tabletas u ordenadores, a pesar de tener su relevancia como multimedia e interactivo, puede aumentar el nivel de distracción y ansiedad, especialmente en los niños, debido a una estimulación excesiva. Precisamente sobre la base de estas consideraciones, algunos países que han invertido mucho en digitalización en los últimos años (por ejemplo, Suecia, Canadá) están reintroduciendo el uso de la escritura manual y, en particular, la escritura cursiva en las escuelas. De hecho, numerosos estudios han puesto de relieve que escribir a mano contribuye no sólo a mejorar la capacidad de memorización, sino también a desarrollar el pensamiento abstracto y creativo, ya que implica áreas cerebrales más grandes que el uso del teclado. Estudios en el campo de la neurociencia demuestran cómo el progresivo abandono de la escritura manual produce consecuencias en el funcionamiento del cerebro humano. A nivel cerebral, existen diferencias incluso según se utilice cursiva o mayúsculas: escribir en cursiva implica de hecho un esfuerzo que estimula el pensamiento lógico-lineal (aquel que permite asociar ideas de forma lineal) y esto activaría Áreas del cerebro que también participan en la actividad del pensamiento, el lenguaje y la memoria.

Se requiere, por tanto, una reflexión sobre el uso adecuado de las nuevas tecnologías y sobre los riesgos de que éstas puedan afectar al desarrollo humano o interferir en las dinámicas evolutivas y relacionales.

Daniela Bianchini

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