Niños en misa: ¿qué camino para la Iglesia y para las familias?

Niños en misa: ¿qué camino para la Iglesia y para las familias?
Niños en misa: ¿qué camino para la Iglesia y para las familias?

La casa de vacaciones Chateau Verdun de Saint Oyen, en el Valle de Aosta, acogió el domingo 23 de junio una jornada de formación para catequistas bautismales. Fortalecidos por experiencias anteriores, los equipos diocesanos de Aosta, Cuneo-Fossano, Turín y Susa han relanzado este año la propuesta en el espléndido marco del Valle de Aosta. La jornada estuvo amenizada por un clima templado y soleado que acompañó la propuesta hecha de oración, escucha, talleres y compartir.

Fueron muy apreciadas las aportaciones en vídeo de los tres ponentes: don Michele Roselli (vicario episcopal para la formación de la diócesis de Turín); Don Marco Gallo (sacerdote y maestro de Sacramentaria de la diócesis de Saluzzo); Simona Flauret (profesora religiosa de Savigliano). Los talleres relacionados resultaron igualmente bienvenidos, fruto de una laboriosa preparación común entre los equipos diocesanos, que llevó a identificar tres pasos audaces, los primeros que se debían dar para alcanzar el objetivo.

A partir de la invitación de los obispos piamonteses «Jesús acoge a los niños y pide que se los lleven» (Cep, Por una Iglesia Madre, 19), La jornada se estructuró en torno al gran tema de “Niños en misa”: ¿es posible? ¿Como? ¿Qué camino para las familias?”.

La fe, como la vida, se aprende “en el espejo”, a través de la imitación de hombres y mujeres creyentes que nos precedieron. Sus gestos, sus palabras, su forma de relacionarse constituyen la línea de partida de la educación en la fe (y en la vida). En este sentido, la comunidad cristiana tiene un gran potencial educativo: puede despertar el deseo de creer o, por el contrario, secarlo. Precisamente a partir de esta premisa entendemos cuán importantes son todos aquellos momentos que nos ayudan a saborear la belleza de la vida cristiana: contextos intergeneracionales (es decir, situaciones/ocasiones en las que hay generaciones de diferentes edades al mismo tiempo), momentos de celebración en hogar, una experiencia ritual agradable y compartida, atenta a los lenguajes de los más pequeños (canto, música, gestos, objetos, etc.), la misa.

Dentro del escenario contemporáneo, en el que cada vez menos familias participan en masa, ¿es posible hipotetizar la participación de los niños? ¿Como? ¿A través de qué idiomas?

En la carta apostólica lo anhelabaEl Papa Francisco subraya que la liturgia, para estar viva, debe constituir un lugar en el que experimentar el encuentro con el Señor Jesús. De hecho, la única manera de sanar un corazón lejano y dudoso es descubrir que nosotros mismos somos deseados. lo que se espera de Dios. Por tanto, debemos preguntarnos: “¿En qué medida nuestras comunidades son instrumentos de este deseo de Dios?”. Lo que se desprende con fuerza del trabajo de los distintos grupos participantes es que para ayudar a las familias y a los niños a sentirse dentro de este “deseo de Dios” es necesario trabajar seriamente en el “antes” y el “después” celebratorio: cuidar los ritos de acogida. , los caminos iniciáticos hacia la celebración, momentos de oración en el hogar. Pero, al mismo tiempo, tomar conciencia de que es necesario que un niño esté en un contexto comunitario, en el que viva la experiencia ritual con otros compañeros que, como él, caminan y crecen en el seguimiento de Jesús.

El encuentro del Valle de Aosta resultó ser una experiencia agradable y rica de contenidos, un momento muy esperado que poco a poco se está convirtiendo en un acontecimiento anual fijo al que recurrir para regenerar y regenerar la fe.

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