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Bocar Diallo, un trabajador senegalés de 31 años, murió tras una explosión en la acería Aluminio. Su historia personal es la de un hombre que logró construir una nueva vida en Italia tras llegar como refugiado político.
Diallo obtuvo asilo político y se instaló en Bolzano, donde encontró trabajo en la industria siderúrgica.. Sin embargo, como para muchos otros inmigrantes, encontrar una vivienda estable siguió siendo un desafío. Vivía en la granja Zeiler, un antiguo edificio agrícola situado en el distrito de Gries, que ahora sirve de refugio a 28 hombres y a una joven nigeriana con sus dos hijos.
Karin Cirimbelli, responsable del proyecto de acogida en la finca Zeiler, recuerda con cariño a Diallo: “Era un chico de oro, todo trabajo, hogar y oración. Vino a nosotros en marzo. Aunque tenía trabajo, necesitaba un lugar donde dormir. Un día me acusó de buen humor de no cuidarlo lo suficiente. Le respondí: ‘Tú puedes hacerlo solo, eres inteligente, hay otros que son más vulnerables’”.
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La comunidad agrícola de Zeiler está de luto por la pérdida de un amigo y compañero de cuarto. Este edificio, cedido por el empresario de Bolzano Hellmuth Frasnelli, representa unagran oportunidad que suple falencias institucionales”, según Cirimbelli. Sin la ayuda de Frasnelli, 30 personas habrían estado viviendo en la calle.
La tragedia de Bocar Diallo arroja luz sobre la difícil realidad de los migrantes que, a pesar de los esfuerzos por integrarse y contribuir a la sociedad, continúan enfrentando obstáculos importantes.
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