“Se está produciendo una masacre y miramos en otra dirección”

44 víctimas desde principios de año: se trata de un “recuento dramático” de presos que se han quitado la vida en Italia, recordó en una nota Elisabetta Burla, garante municipal de los derechos de los presos en Trieste.
Se trata de un fenómeno grave que afecta a todos los reclusos de las cárceles italianas, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, italianos y extranjeros, “un recuento dramático – afirma el Garante – que debería sacudir las conciencias porque detrás de cada número hay una persona y detrás de esta una persona, una familia, amigos e incluso “simples” compañeros de prisión y los propios policías penitenciarios que, además de tener que lidiar con las inhumanas condiciones de detención y de trabajo, se ven obligados a superar el trauma que el acontecimiento de la muerte inexorablemente trae consigo”.
Burla señala el hacinamiento que también existe en la prisión de Trieste, que desde hace tiempo alberga entre 250 y 260 reclusos de una capacidad reglamentaria de 139 personas, que inexplicablemente se ha elevado a 150, con celdas de ocho metros cuadrados. , donde hay más gente, con instalaciones sanitarias en condiciones inaceptables. Al mismo tiempo, el número de policías penitenciarios en servicio se reduce, casi proporcionalmente al aumento del número de personas detenidas.
Una situación que nadie parece poder controlar. Los llamamientos de los operadores y de los Garantes siguen sin ser escuchados por la política, afirma Burla: “se está produciendo una masacre y miramos en otra dirección”, a pesar de los llamamientos de Europa, que ha destacado cómo “las medidas adoptadas hasta ahora por las autoridades no han logrado detener el fenómeno” y cómo Italia debe “adoptar rápidamente nuevas medidas y garantizar recursos financieros adicionales adecuados para fortalecer la capacidad de prevenir estas muertes”.
El Garante también subraya que algunas intervenciones propuestas, que podrían ayudar a abordar la situación, no implicarían gastos para el Estado: el aumento de las llamadas telefónicas al preso y de las videollamadas, la posibilidad de poder cultivar afectos, la aprobación de legislación para la reducción controlada de la población penitenciaria mediante excarcelaciones anticipadas especiales.
También serían necesarias, añade, “reformas con una visión diferente de las necesidades reales de la población”: frenar la marginación y el aislamiento social, garantizar una atención eficaz a las personas en dificultades, prever vías reales de integración y resocialización, aplicar normas ya existentes y garantizar una ejecución de la pena que pueda verdaderamente ofrecer herramientas válidas a la persona para una revisión crítica concreta del pasado”.

Alessandro Martegani

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