La Conferencia de Paz en Suiza. El dictado de Putin, el atractivo de China

La Conferencia de Paz en Suiza. El dictado de Putin, el atractivo de China
La Conferencia de Paz en Suiza. El dictado de Putin, el atractivo de China

El presidente ruso Vladimir Putin – Ansa

Como una ráfaga de artillería, las declaraciones de Vladimir Putin caen sobre el complejo Bürgenstock, fuertemente blindado, en el lago de Lucerna. Desde las doce del jueves es imposible acercarse al complejo que acogerá la Conferencia de Paz para Ucrania: 4.000 soldados desplegados, el espacio aéreo cerrado sobre la estructura hasta el lunes con cazas F-18 patrullando. Pero la avalancha de declaraciones del líder del Kremlin atravesó como un relámpago el “muro de cristal” levantado por la inteligencia internacional contra las infiltraciones casi seguras de espías rusos y la barrera informática contra los ataques de piratas informáticos, que ya se han producido, contra los sitios web de la Confederación. La congelación del capital ruso en Occidente – grita Putin durante una reunión con los responsables de su Ministerio de Asuntos Exteriores en Moscú – es “un robo” que no quedará sin respuesta.

La primera “ola” es una respuesta a las decisiones del G7 en Borgo Egnazia. Y luego, una advertencia a Europa: “el peligro viene de Estados Unidos”, y para salvarse el “Viejo Mundo” sólo podrá reconstruir “buenas relaciones con Rusia”. Segunda andanada: El «egoísmo» y la «arrogancia occidental» nos han llevado a una «situación extremadamente peligrosa; Hemos llegado cerca de un punto sin retorno”. El zar eleva el tono, en una escalada verbal, destinada a actuar como contrapunto a las conclusiones del G7 y oscurecer desde el principio el intento de construir una “plataforma de paz” compartida en Suiza. La Conferencia de Paz de Lucerna no es más que un “truco para desviar la atención”. Todas estas premisas, para llegar a formular su propuesta: «Mañana también estoy dispuesto a sentarme a la mesa de negociaciones», porque es «un absoluto disparate plantear la hipótesis de un ataque ruso a Europa», para Vladimir Putin no es más que una manera de «justificar la carrera armamentista”. La OTAN, por el contrario, ha hecho de Ucrania “su plataforma de lanzamiento contra Rusia”. Y tras las andanadas verbales, la mano tendida: «Rusia está lista para un alto el fuego y para iniciar negociaciones» si las tropas ucranianas se retiran de las regiones de Donetsk, Lugansk, Zaporizhzhia y Kherson y si el gobierno de Kiev se compromete a no ingresar en la OTAN. Un plan, precisó el jefe del Kremlin, no para una “congelación” del conflicto, sino una “propuesta real de paz”.

Mientras un centenar de delegaciones internacionales –en su mayoría occidentales y con la notoria ausencia de los BRICS (Brasil e India, además de Rusia y China)– y 57 jefes de Estado y de Gobierno llegaban al Bürgenstock, la respuesta de Kiev no Fue menos hiriente que las acusaciones de Putin a primera hora de la mañana. «Todo es una farsa», dice el asesor presidencial ucraniano Podolyak sobre X, las propuestas de Putin son propuestas que «ofenden el sentido común». Aún más lapidario es Volodymyr Zelensky, que llegó anoche a Lucerna. “No se puede confiar en Putin”, afirma en una entrevista: “Es como cuando Hitler dijo ‘denme una parte de Checoslovaquia y todo terminará aquí'”. No menos perentorio fue el Secretario de Defensa de los EE.UU., ayer en Bruselas para una cumbre de la OTAN: “Putin ha ocupado ilegalmente territorio soberano de Ucrania y no está en condiciones de dictar a Ucrania lo que debe hacer para lograr la paz”. La propuesta de Putin, de la que se hizo eco el secretario general de la Alianza Stoltenberg, “no es una propuesta de paz”, sino de “una mayor agresión y una mayor ocupación”, lo que demuestra que “el objetivo de Rusia es controlar Ucrania”.

Para bajar un poco el tono, la respuesta posterior del portavoz del Kremlin, Peskov: las condiciones planteadas por Putin para el fin del conflicto en Ucrania “no son un ultimátum”, sino una iniciativa de paz que refleja la situación actual. Una víspera candente para una conferencia que, además de Rusia -no invitada porque inicialmente había dicho que no estaba disponible para sentarse a la mesa con Zelensky-, tiene a la China de Xi Jinping como su “invitada de piedra”.

Los rumores de prensa de ayer hablaban del papel del Dragón a la hora de disuadir a muchos países asiáticos y no alineados de dar crédito a la iniciativa suiza. Pekín, además de rechazar la invitación, habría presionado a sus aliados y socios para que boicotearan Lausana, centrándose en cambio en un plan de paz de seis puntos aprobado hace un mes, junto con Brasil, otro BRICS. En resumen, habría un “plan alternativo” chino. Lo cierto es que desde el Este ha llegado un llamamiento a Rusia y Ucrania para “llegar a un punto medio” y “iniciar rápidamente conversaciones de paz para alcanzar un alto el fuego y el fin de la guerra”. Palabras del representante permanente adjunto de China ante la ONU, Geng Shuang, en la reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas convocada a petición de Rusia en vísperas de la cumbre. «La posición de China sobre la cuestión ucraniana es coherente y clara», prosiguió el diplomático, quien reiteró cómo el país pretende «mantener una comunicación estrecha con todas las partes».

Pero el Ministerio suizo de Asuntos Exteriores reiteró ayer lo que ya había dicho la Presidenta Viola Amherd: el objetivo de la cumbre que se inaugura hoy en Lucerna “es iniciar un proceso de paz” con debates sobre problemas concretos capaces de crear las condiciones para negociaciones reales. Seguridad alimentaria, seguridad con especial atención a la cuestión nuclear y emergencia humanitaria. Una “plataforma” para iniciar no una negociación, sino una discusión. Fórmula que obtiene una evidente “bendición” en las conclusiones del G7. Pero en Lucerna hay quienes ya hablan de una segunda conferencia, esta vez quizás con Putin y Zelensky presentes, si no en la misma mesa. Y no en Lucerna, sino en un país del Este, y más cerca de Pekín.

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