¿Qué voto por Europa? Candidaturas para las elecciones europeas

¿Qué voto por Europa? Candidaturas para las elecciones europeas
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Las listas y candidaturas para las elecciones europeas ya están cerradas. Hay 42 símbolos registrados en el Ministerio del Interior, pero no todos aparecerán en la tarjeta por falta de los requisitos establecidos por las leyes y reglamentos. Lo cierto es que votar con el sistema proporcional, tal como está previsto para el Parlamento de Estrasburgo y a pesar de la presencia de un umbral, favorece la presentación de un mayor número de partidos. En algunos casos, las formaciones (o los candidatos individuales dentro de ellas) ni siquiera tienen la esperanza de ganar un escaño: participan para contarse, tal vez con vistas a futuros acuerdos o intercambios. En cierto sentido, sin embargo, este mismo mecanismo se aplica también a los partidos más representativos, deseosos de medir sus fuerzas sobre el terreno. Para ello, se juega sin escrúpulos las candidaturas de dirigentes que, una vez elegidos, nunca pondrán un pie en Estrasburgo. En la competencia se enfrentan todos contra todos, no hay limitaciones para la coalición y, de hecho, a menudo la competencia más feroz es entre aliados (reales o potenciales) a nivel nacional. También porque en el Parlamento Europeo las relaciones entre las distintas “familias” políticas no coinciden con las que determinan las estructuras de los gobiernos individuales, con un marcado desalineamiento en nuestro país.
Además, la tentación de utilizar el voto europeo con fines internos del partido es siempre muy fuerte. Dos episodios relevantes ocurridos recientemente en la cámara de Estrasburgo dan una idea de las contorsiones y contradicciones que produce este entrelazamiento de niveles. En primer lugar, la votación del nuevo Pacto de Estabilidad, aprobado con un consenso muy amplio pero con la abstención o el voto en contra (el del M5S) de todos los eurodiputados italianos, tanto mayoritarios como de oposición. Y pensar que en la reunión del Ecofin de diciembre nuestro Ministro de Economía participó en el acuerdo sobre el documento. Menos importante institucionalmente, pero muy significativa políticamente, fue la votación de un texto en el que se pedía a la UE y a los Estados que contrarrestaran urgentemente la interferencia rusa, con especial atención en vista de las elecciones de junio. También en este caso el Sí logró una mayoría muy amplia, pero las delegaciones de la FdI, la Lega y el M5S se abstuvieron, mientras que las del Pd, Forza Italia, Terzo Polo y Verdi se expresaron a favor.
Hay una veta de antieuropeísmo que nunca ha sido sinceramente abandonada y que resurge cíclicamente por razones propagandísticas y que se está abriendo paso sutilmente en la campaña electoral. Una tendencia que, más o menos abiertamente, contrasta con ese proyecto de “una Europa unida en la diversidad, fuerte, democrática, libre, pacífica, próspera y justa” que leemos en la declaración publicada a mediados de marzo por la Comece, la Comisión de conferencias episcopales de la Unión Europea. Nuestros partidos y votantes deberían recordar al menos un dato, extraído del Documento Económico y Financiero lanzado por el gobierno en funciones hace un mes: el 90% del crecimiento de la economía italiana estimado para este año depende de la implementación del Pnrr que, como quizás ya muchos hayan olvidado, es el resultado de la extraordinaria respuesta que Europa supo dar a la tragedia de la pandemia y de la que nuestro país fue, con diferencia, el mayor beneficiario.

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