El estafador le quita todo su oro. Los ángeles policías la consuelan, luego cocinan y almuerzan con ella.

El estafador le quita todo su oro. Los ángeles policías la consuelan, luego cocinan y almuerzan con ella.
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La sensación de proximidad es un plato de pasta con salsa. Es la capacidad de cruzar la línea entre el deber y la empatía. No se enseña en la escuela: lo tienes o no lo tienes. Y ante las lágrimas de Maria Grazia, que temblaba de desesperación, los policías Chiara y Marcello, de la comisaría de Santa Viola de Bolonia, demostraron que tienen dentro de sí ese impulso hacia los demás, que siempre marca la diferencia, más aún cuando Lleva un uniforme.

Maria Grazia, de 82 años, estaba sola en casa el miércoles por la mañana. Un desconocido se presentó en su puerta, en el barrio de Zaragoza. Vestido de técnico, calificó como empleado enviado por el administrador del condominio. La señora confió en mí. Le dejó entrar. Y le creyó incluso cuando, argumentando como sólo los estafadores saben hacer para confundir a sus víctimas, le pidió que sacara todo el oro que tenía en la casa, porque tenía que comprobarlo porque “corría el riesgo de explotar”.

Mentira, por supuesto, pero María Grazia quería confiar en mí. Y metió joyas y recuerdos de toda su vida (por valor de 40 mil euros) en un pequeño bolso, que colocó sobre la cama. Continuó balbuceando, diciendo que vendría al día siguiente para comprobar el estado del oro. En cambio, después de haber confundido y distraído nuevamente a la dama, tomó el precioso bolso y se fue. Al quedarse sola en la casa, momento tras momento, María Grazia tomó conciencia de haber caído en una trampa. De haber sido despojado no sólo materialmente, sino también de la confianza en los demás. Ella encontró fuerzas para llamar a la policía, pero luego se desplomó. En el relato que contó a los agentes que llegaron a su domicilio, se detuvo varias veces debido al llanto que ahogaba las palabras en su garganta. Incapaz de soportar esa vergüenza, pero también la soledad.

Para los policías de la comisaría de Santa Viola, dos chicos de 30 y 24 años, ese dolor no pasó desapercibido. Y no pudieron permanecer indiferentes al ver a la mujer desorientada, por un momento como si fuera incapaz de volver a su rutina normal. Era casi la hora del almuerzo y Marcello se puso a cocinar. Improvisó una salsa de tomate, cocinó espaguetis. Y, una vez lista la pasta, preparó el plato para Maria Grazia. A continuación, los policías y la víctima de la estafa se sentaron a almorzar juntos. Hablando de esto y aquello, olvidándose de los roles y de que hasta media hora antes habían sido desconocidos. Juntos, Marcello y Maria Grazia también brindaron por la policía Chiara, que hoy cumple años. Un momento en familia, para olvidar un mal momento. Ese también es el papel de la policía. Más allá de las investigaciones, más allá de los controles, más allá de la represión de los crímenes. “Siempre estar allí.”

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