Elogio del rector de la Universidad Oriental de Nápoles: «Somos rehenes de unos pocos y siempre los mismos»

Elogio del rector de la Universidad Oriental de Nápoles: «Somos rehenes de unos pocos y siempre los mismos»
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Un día sí y un día también, desgraciadamente, en el centro de las noticias y en las portadas de los sitios web y de los periódicos están las universidades, o mejor dicho, el caos que ahora se cierne sobre algunas universidades italianas. La noticia de hoy fue que después de otro enfrentamiento en la Universidad Sapienza de Roma y de las detenciones de ayer, hoy la protesta se trasladó frente al tribunal de Roma donde los colectivos estudiantiles se manifestaron a la espera de noticias sobre quiénes habían sido arrestados por la policía. Los dos han quedado en libertad: la joven de 28 años será juzgada el 22 de mayo por resistencia a un funcionario público. El otro detenido, un ciudadano libio de 20 años, que irá a juicio por daños agravados tras subirse a un vehículo policial, también fue confirmado sin medidas restrictivas.

Y es en solidaridad con los dos detenidos que hoy algunos estudiantes se encadenaron y eligieron el camino de la huelga de hambre.

Llevamos semanas así: bloqueos, ocupaciones, redadas durante las reuniones de los presidentes de las facultades, cargas policiales, sobre todo seguimos actuando como caja de resonancia de una realidad que debe ser contada en su totalidad.

Por eso hoy merece quedar grabada en piedra para futura referencia la frase del rector de la Universidad Oriental de Nápoles, Roberto Tottoli: «Son siempre las mismas caras. Desde Roma hasta Nápoles, las facultades son rehenes de unos pocos estudiantes.” Pocos alumnos y siempre los mismos.

Si lo piensas bien, las fotos y videos utilizados para describir las protestas de los últimos días están en su mayoría tomados en primeros planos o planos estrechos. Al hacer esto, siempre ves unas pocas docenas de personas, fotografiadas de cerca; se pueden ver las porras y las pancartas, las banderas de Palestina y los cascos de los oficiales, percibiéndose quizás incluso expresiones de agresividad que luego permiten, como le ocurrió a un profesor (Prof. d’Orsi) que «Cuando veo al policía con la Porra con el placer de hacerlo, me vienen a la mente dos cosas. Uno, por esa porra hay una especie de venganza social hacia el estudiante, casi envidia, tú estás estudiando eres un privilegiado, no estoy aquí para que me masacren con salarios bajos. Y lo segundo es que muy a menudo, muy a menudo esos policías, y eso me dijeron en las entrevistas que hice del 69 al 72, tomaban drogas, tomaban sustancias para soportar el peso, pero eso hace que también pierdas el peso. frenos inhibidores.”

La realidad vista en su totalidad, desde arriba, desde lejos, es que en las manifestaciones de ayer en la Sapienza, por ejemplo, estuvieron presentes unas 200 personas. doscientos de un total de 108 mil estudiantes. Aunque ayer hubiera mil, pero no lo fueron, estamos hablando de un 1%, a nivel matemático no sólo una minoría sino una nada absoluta, prácticamente cero. Lo cual sin embargo se utiliza mediática y políticamente como si fuera el 90% y obtiene cajas de resonancia que la mayoría silenciosa (y estudiosa) no tiene.

Luego hay otra cosa que cabe señalar sobre la sentencia del rector de Nápoles. “Siempre son las mismas caras” cuenta cuál es, de hecho, la realidad del mundo de la protesta callejera. Que comienza a menudo en la escuela, en los colectivos de estudiantes, y luego pasa al mundo de los centros sociales, en un camino que dura años, llegando casi a una especie de “profesionalidad de la protesta” que para algunos, muy pocos afortunados, tal vez desemboque en una Aterrizando en la política.

Pocos y siempre los mismos (y muchas veces incluso sujetos ajenos a la actividad docente de la facultad donde se manifiestan) llevados en la palma de la mano por una parte del mundo político e intelectual y, lo que es más grave, delante de que diversos rectores y cientos de docentes no sólo se inclinan sino que también justifican, incitan, aplauden.

Son el 1%, son pocos y siempre los mismos. Que faltan el respeto a quienes ingresan a esas universidades de forma anónima, sin banderas nacionales, símbolos diversos, pancartas y porras, con libros, cuadernos y estuches para lápices en las mochilas. Para estudiar y aprender.

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