Super Monkey Ball: Banana Rumble, la reseña

Super Monkey Ball es una serie histórica como pocas, aparentemente escondida, pero capaz de encarnar la verdadera esencia arcade de Toshihiro Nagoshi, ese chico guapo que antes de lanzarse a inventar Ryu Ga Gotoku (también conocido por nosotros como Yakuza) quiso probar suerte en un juego de plataformas basado en la física, la inercia y monos dentro de bolas de plástico. Si estás aquí es porque has comprado o al menos probado una Super Monkey Ball en el pasado, aunque hace muchos años que no se lanzan episodios realmente nuevos en consolas.

Súper Bola de Mono: Banana Rumble vuelve a recorrer esos escenarios tan queridos por el viejo Amusement Vision, un estilo de juego inmediatamente reconocible, inmediato en la plataforma, fresco y brillante, exclusivamente en Nintendo Switch. Han pasado 23 años desde sus primeros días en GameCube, pero aquella carrera salvaje persiguiendo plátanos en niveles rapidísimos, con regusto arcade, en la que un grado de inclinación más que lo analógico significa caerse de la plataforma, sigue teniendo hoy un sabor claro, delicado. , democrático, apto para todos los paladares.

Nagoshi, sin embargo, lleva un tiempo fuera pero su estudio, entre un juego de la mafia japonesa y otro, continúa con el legado bananero.

Buscando artefactos

Hay escenas intermedias, pero Super Monkey Ball, desde sus primeros pasos como exclusivo de GameCube, no es un juego narrativo. La historia de AiAi es incluso más inmediata que la de cualquier Mario: tras conocer a un simpático monito, tendremos que marcharnos en busca de 7 artefactos misteriososla clave para encontrar el plátano legendario.

El juego promete más de 200 niveles, la curiosidad es entender la progresión de la dificultad: Super Monkey Ball, como muchos otros juegos de plataformas físicos anteriores, no hace de la progresión lineal su punto máximo de dificultad, sino que es su alma completista la que asegura una agradable nivel de desafío para aquellos que quieren perfecciona tu récord. A primera vista, los objetivos pueden parecer sencillos, pero te podemos asegurar que la música empieza a cambiar ya desde el segundo mundo: tendrás un objetivo cronometrado, uno para recoger todos los plátanos y otro para agarrar el plátano dorado. Comienza fácil, pero la curva aumenta rápidamente y la mecánica física de Banana Rumble rápidamente vuelve a poner a todos en línea.

La jugabilidad de Super Monkey Ball se puede explicar en una sola línea: hay que llegar al final del nivel haciendo que nuestra bola se mueva, creando inercia mediante la rotación en los ejes horizontal y vertical del propio nivel. De esta forma, nuestra bola se moverá, saltará, caerá y bailará en las ideas de diseño de niveles insertadas por el equipo. Podrían ser ruedas, laberintos, plataformas que se detienen.

Los estilos artísticos de los niveles nos remontan instantáneamente a hace al menos 3 generaciones.

Se presenta Banana Rumble un nuevo mecánico, el disparo cargado: manteniendo pulsado un botón podremos cargar el disparo, para utilizarlo a nuestro antojo para jugar con el motor de físicas del software y diseñar nuestro planteamiento de videojuego. ¿Obras? Definitivamente sí, pero lo esperábamos: la limpieza y honestidad de la física alcanza su máximo, el control es preciso, la carga tras cada caída es casi instantánea. Jugar Banana Rumble ofrece una experiencia acorde con el legado de la franquicia, al tiempo que hace que sea aún más fácil para los nuevos usuarios curiosos conectarse con los monos envueltos en bolas.

El valor de un plátano

Si el mono protagonista es una especie de intermediario entre los monos, no se puede decir lo mismo de los demás personajes: cada “corredor” tiene sus propios valores, lo que le permite un gradiente de personalización del enfoque que cambia las cartas sobre la mesa, equilibrando o exagerando los niveles, en función del objetivo.

A continuación se muestran algunos ejemplos de personalización de los distintos monos.
A continuación se muestran algunos ejemplos de personalización de los distintos monos.

Banana Rumble también es esto, un poco de plataformas, un poco de rompecabezas, un poco de exploración, consciente de su alma aparentemente ligera pero que poco a poco se vuelve más agresiva. Avanzar a través de los distintos mundos, construidos según paradigmas estilísticos de tiempos pasados, es divertido y satisfactorio, incluso si te comes los dos o tres primeros mundos con bastante comodidad en poco tiempo. Las cosas empezarán a ponerse realmente intrigantes a partir del cuarto nivel, y también traerán algunas ideas de diseño de niveles particulares y menos obvias de lo esperado.

Naturalmente, el juego no es sólo una aventura principal en solitario, sino también cooperativa, batalla, desafío, etc. El alma de Super Monkey Ball también reside en el multijugador local, con diferentes formas de divertirte con amigos tanto en el sofá como online con hasta 16 jugadores. Carreras, desafío de puntos, explosión de bombas, caza de plátanos y destrucción de robots son los modos para Diviértete en equipoproporcionando una buena cantidad de variedad al lote.

La pantalla dividida para cuatro jugadores sigue siendo la más divertida
La pantalla dividida para cuatro jugadores sigue siendo la más divertida

Algunos funcionan mejor que otros, por supuesto, pero en general sentimos que recompensamos el esfuerzo del equipo. Para completar el cuadro, están los inevitables accesorios y ropa, desbloqueables con puntos en el juego, con los que cambiar el estilo de los personajes, u objetivos, siempre en el juego, para proporcionar material a los finalistas.

Conclusiones

Entrega Digital

Nintendo eShop

Precio
49,90 €

Super Monkey Ball Banana Rumble es lo que es, sin pudor: un arcade de plataformas basado en la física y la inercia, lineal y humilde en su enfoque lúdico pero al mismo tiempo decididamente atractivo, hasta el punto de convertirse en una pequeña droga. Sin tomas y algunas ideas de diseño de niveles intrigantes, Banana Rumble continúa con un legado que conocíamos y lo ofrece a la audiencia de Nintendo Switch, garantizando horas de diversión y completitud sin esperar nada a cambio, con toda la inmediatez de los viejos tiempos. juego arcade. Quizás esta siga siendo su mayor limitación: haber decidido permanecer de pies y manos dentro de la misma experiencia durante 23 años, a medio camino entre los deberes y la secuela que esperas. Probablemente, SEGA podría haberse atrevido más, 14 años después del último juego para la consola fija, pero quizás también sería deshonesto pedirle a Super Monkey Ball que se convierta en algo diferente de lo que siempre ha sido. Hay cantidad, hay esa calidad ahí, hay quizás menos frescura pero más concreción.

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