El paciente con cáncer: «En el silencio general, están cancelando el derecho a la salud»

El paciente con cáncer: «En el silencio general, están cancelando el derecho a la salud»
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por María Teresa Birolini

Isabel Tiene 56 años y lleva dos diagnósticos de cáncer a sus espaldas. El segundo llegó en julio de 2022: «Fue un momento difícil, después de superar el de 2017 tuve que empezar de nuevo desde cero. Pero esta vez también, gracias a los médicos de Papa Giovanni y de mi familia, que no me abandonaron ni un segundo, digamos que “me traje la piel a casa”.

¿Entonces todo está bien? No exactamente. «En comparación con la primera experiencia, la situación ha empeorado dramáticamente. La reserva de pruebas diagnósticas y pruebas de control programadas para el seguimiento oncológico se ha convertido en un trabajo. En 2017, inmediatamente después de la operación, dejé la visita al oncólogo y fui directamente al mostrador, donde el empleado inmediatamente me reservó el siguiente chequeo. Ahora es un desafío poder conseguir una cita, incluso en establecimientos privados”.

¿En qué sentido?

«A principios de abril intenté reservar la tomografía computarizada que tengo que hacer, según lo prescrito, en agosto. Fui al mostrador de Priamo en el hospital de Bérgamo, el dedicado a los pacientes con cáncer, y después de una larga búsqueda por parte del operador regresé a casa sin fecha: no había plaza disponible para agosto de 2024. Y lo más desalentador es que desde El Se espera que la oficina dedicada a pacientes con cáncer cierre en mayo”.

Entonces supongo que te recomendaron una instalación privada.

«Esta es la verdadera alarma: incluso en los establecimientos privados cuesta encontrar un lugar. Hasta la fecha, la única posibilidad que tengo de hacerme las dos tomografías (abdomen y tórax) en agosto es reservar en Humanitas, de forma privada, con un coste de 900 euros. Todas las demás estructuras privadas contactadas aún no me han respondido.”

¿Cómo afecta esta situación a la moral?

«El bienestar psicológico también es fundamental y este sistema al que estamos obligados es el peor para vivir con una enfermedad ya agresiva, de la que sólo se puede salvar con controles cuidadosos. No sabes a quién culpar, a quién protestar. Te pasas los días al teléfono persiguiendo el examen (…)

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