Bravo Macklemore, mejor las confesiones personales de los explicadores del privilegio blanco

Macklemore siempre ha sido… un poco demasiado. Los coros histriónicos, la exégesis del privilegio blanco, los compases a doble o triple tempo, hasta ese maldito corte de pelo: es el único rapero popular con el aire jadeante y sudoroso de un showman de Broadway, de esos con el patológico deseo de complacer a los demás. . Siempre será el tipo que ganó un Grammy y se disculpó con el artista que debería haber recibido ese premio, y luego replicó su disculpa en Instagram. Teniendo en cuenta lo exagerada que ha sido la carrera de Macklemore, la idea de que su nuevo álbum Bien es un concepto sobre su partida que podría parecerles a quienes no la aprecian decididamente… demasiado.

Y en cambio, el Macklemore de Bien es menos tenso, más concentrado, dotado de un interés sin precedentes por las sutilezas y las insinuaciones. Después de la primera pieza, un éxito de taquilla titulado Cantar Con reminiscencias del trabajo anterior con el productor Ryan Lewis, el álbum se asienta en una especie de pop-rock brillante que también presenta una pista de synth-pop al estilo M83, 1984. Por fin es música a escala humana, como en el boom-bap Héroes Y mugre en el que el rapero recuerda la música de su juventud con una saludable mezcla de nostalgia, reverencia y la perspectiva correcta.

Macklemore tuvo que pagar un precio para llegar allí. Han pasado seis años desde su último disco y la pandemia ha pesado sobre él, tanto porque ha tenido que aplazar el lanzamiento del disco como porque ese extraño periodo de tiempo de suspensión ha puesto en crisis su sobriedad. Y así, en medio de estas efervescentes canciones pop, se vislumbra el tema de la mortalidad, que se manifiesta en la lúgubre dia que mueres y termina dominando la segunda mitad del registro. “Me pregunto qué celebridades twittearán un RIP cuando TMZ anuncie mi fallecimiento”, canta en sale el sol. Se sabe que la lucidez del pensamiento de Macklemore sólo es igualada por lo que se sabe de ese mismo pensamiento, pero al menos es una característica que va mejor con estas reflexiones personales que con los cantos sociales de los viejos discos.

Y así, en cierto sentido, Bien es el final para el que nos han preparado esos discos, el final feliz en el que el protagonista elige la vida, pero alguna pequeña sorpresa en las dos últimas canciones en reserva: sin batería, recuerda la atmósfera del primer Drake, mientras Luces traseras cierra el álbum con la imagen de un coche circulando en la oscuridad.

Adentro Bien hay catarsis y un deseo excesivo de compartir, pero al menos no contiene grandes respuestas ni conclusiones grandilocuentes, solo disculpas, aceptación, ambigüedad. Si tiene éxito es también gracias al productor Budo, colaborador de toda la vida que proporciona la base adecuada para el arco narrativo del álbum. El punto es este: Macklemore era alguien que rimaba “porno” con “DiGiorno” en su último disco, ahora está maduro. Bien Podría decirse que es su mejor álbum hasta el momento, un avance a mitad de carrera de un artista que lo necesita desesperadamente.

De Rolling Stone EE.UU.

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