cuando el thriller se convierte en una comedia romántica. Calificación 8

¿Quién es Gary Johnson (Glen Powell)? La película de Richard Linklater. Hit Man – Asesino accidental deja la tarea de presentarse a la voz en off del protagonista: es un profesor de psicología y filosofía en la Universidad de Nueva Orleans que intenta convencer a sus alumnos de que se impliquen, de que salgan de su “zona de confort”. Atrayendo la ironía de los alumnos que conocen su vida plana y rutinaria, dividida entre la enseñanza, el cuidado de las plantas de la casa, la comida para sus dos gatos y la comida para los pájaros. Lo que no saben es que Gary es un genio de la electrónica y sabe disfrazar cámaras y micrófonos, hasta el punto de que se ha ganado un segundo trabajo como asesor policial: esconde sus dispositivos a Jasper (Austin Amelio), un policía. quien se hace pasar por un asesino profesional y por eso arresta a quienes lo contactan para eliminar a alguien. Pero un día Jasper es suspendido por precaución – golpeaba a menores – y como llega un posible cliente (Mike Markoff), la agente Claudette (Retta) promueve a Gary al campo y le cambia el nombre por Ron: esta vez le toca llevar el papel del asesino y ser creíble si no quiere que estalle la trampa.

Pero, para su gran sorpresa, Gary encaja perfectamente en el papel: serán los estudios de psicología, será la adrenalina y el ingenio los que surtirán su efecto, lo cierto es que el profesor Johnson cumple perfectamente con su deber. Y a partir de ese día se convierte en la persona ideal para interpretar al asesino que todos querrían contratar. Comienza así una segunda vida en la que los servicios del presunto sicario son solicitados por muchas personas: incluso hay un chico que quiere eliminar a un compañero intruso. Y Gary no sólo cumple con su deber con encomiable compromiso (sólo con el chico no lleva a cabo el simulacro hasta el final) sino que acaba adaptándose a los distintos clientes, maquillándose cada vez con mayor compromiso: ropa, pelucas, entonaciones. Viene a ofrecernos una imagen lúdica y entretenida de cierta mentalidad estadounidense (¿trumpiana?) convencida de poder resolver sus problemas con el sonido de los dólares y al mismo tiempo jugando con las múltiples identidades que Gary asume en el papel de asesino a sueldo. , un espejo irónico de esa locura que parece haberse convertido en lo más normal de todo: pagar a un asesino para que “solucione” tus problemas.

Naturalmente, algo llegará a bloquear este mecanismo tan bien engrasado. En realidad dos. La primera es la encantadora Maddy (Adia Arjona) que quiere eliminar a su marido. Pero ella es demasiado hermosa para ir a prisión y Gary se asegura de que no le pague, impidiéndole así proporcionar las pruebas cruciales para el arresto. El otro problema llega cuando Jasper, habiendo cumplido su suspensión, quisiera retomar su papel de asesino, pero la policía está tan contenta con el trabajo de Johnson que no quieren perderlo. Es inevitable que los dos “problemas” terminen entrelazados porque Jasper no tarda mucho en descubrir que Gary está saliendo con Maddy bajo la apariencia del asesino Ron.

En este punto cabe recordar que al inicio de la película una leyenda nos recordaba que estábamos a punto de presenciar una historia “casi real”. y si hasta ahora hemos seguido las aventuras del verdadero Gary Johnson, veterano de Vietnam y profesor universitario, agente encubierto que permitió más de 70 detenciones y luego se convirtió en un activista budista-animalista, de aquí en adelante el guión, firmado por el director y el actor principal se toma más de una libertad, jugando no sólo con sus personajes sino también con la moraleja que suele guiar estas historias. Apoyándose en el placer de la sorpresa y en el gusto por la diversión, la película desmonta los convencionalismos de la comedia negra para burlarse de todo, de la policía y de la ley, de los convencionalismos y las apariencias, del cine y de sus malos, para construir un inesperado “elogio” de aquellos que quisieran verse condenados a la rutina de una vida sin entusiasmo y en cambio… Mientras que un thriller policial se convierte en una comedia romántica y viceversa.

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