El santuario de la Madonna di Senale, en el alto Val di Non, más allá de la frontera entre Trentino y Alto Adige, fue el escenario ayer, lunes 1 de julio, del tradicional encuentro de los misioneros trentinos que habían regresado temporalmente a su tierra de origen para un período de descanso estival. Aunque en número cada vez menor, unos cuarenta misioneros y misioneras (incluidos antiguos párrocos de la diócesis) subieron al antiguo lugar de oración mariano junto con el arzobispo Lauro Tisi y tres obispos misioneros trentinos que este año celebran importantes jubileos (recordemos también en el pontificio de San Vigilio): Monseñor Adriano Tomasi, obispo auxiliar emérito de Lima en Perú, sacerdote durante sesenta años; monseñor Mariano Manzana, obispo emérito de Mossorò en Brasil, con veinte años de episcopado a sus espaldas; Monseñor Giuseppe Filippi, obispo emérito de Kotido (Uganda), obispo desde hace quince años. “Este día – comenzó monseñor Tisi en la santa misa, en la memoria litúrgica del beato trentino Antonio Rosmini – es una acción de gracias por todo el bien que nuestra Iglesia ha sabido llevar al mundo gracias a vosotros. La noticia para todos nosotros es que cada uno de nosotros puede llegar a ser una pieza importante de Cristo, gracias al poder del Espíritu Santo. El Espíritu es el autor de toda la actividad evangelizadora y misionera de la Iglesia. Lo que habéis realizado y sois – subraya Tisi con afecto y gratitud – es un milagro del Espíritu que os ha permitido difundir un fragmento de la luz de Cristo”. La peregrinación fue organizada por el Centro Misionero, coordinado por Don Mauro Leonardelli, en presencia también de su predecesor Don Cristiano Bettega. Amplia cobertura con testimonios en el próximo número de Vita Trentina.
