«En el seminario acosaba a sus compañeros, entonces al frente de la pastoral familiar»

Sobre aquel seminarista que llegó a la vocación Con más de treinta años, los rumores se perseguían. “Las mismas señoras de la limpieza y de la cocina decían que tenía comportamientos homosexuales con los hombres”, cuenta un sacerdote, entonces compañero de seminario y ahora en Padua, escuchado como testigo. Él mismo, como contó en la sala ante el juez Stefano Manduzio, había comenzado a sospechar porque le parecía que había atacó morbosamente a un niño que acababa de entrarde sólo 18 años, lo que le obligaba a sentarse siempre a su lado, comprobando dónde iba, cuándo y con quién: «presión y atención que no eran normales“, el comentario. Y sobre todo había visto al futuro sacerdote realizar un acto que lo había dejado desconcertado: «Se había acercado por detrás a otro seminarista, le había frotado los genitales y también le había preguntado si los había oído bien, gesto que puso avergonzados a todos los presentes en la sala – la historia – Además, a menudo utilizaba términos femeninos para dirigirse a nosotros, haciendo bromas vulgares y alusiones sexuales”.

El testigo

Por esta razón el testigo, junto con otro, había pedido ser recibido por patriarca de Venecia Francesco Moraglia, a quien los dos habían expuesto la situación. El obispo había prometido que analizaría el caso y luego, tras la denuncia de nuevos episodios, se abrió también una investigación canónica. Pero el (presunto) seminarista “acosador” no sólo no había sido sancionado, pues se supo que esos episodios habían ocurrido cuando aún no era sacerdote (“a lo sumo eran asuntos entre adultos que consentían”, dijo el vicario don Angelo Pagan); pero se hizo sacerdote, estuvo a punto de ser nombrado vicerrector del Seminario (“pero uno de los acosados ​​se opuso y todo se perdió”) y luego pasó a ser responsable de la pastoral de la familia. “De hecho, quizás no hubiera sido la persona más adecuada para desempeñar ese papel”, comentó el sacerdote.

Las investigaciones y el juicio

El juicio es siempre el de los presuntos “cuervos” del Patriarcado, Enrico Di Giorgi y Gianluca Buoninconti, quienes según la fiscalía de Venecia difamaron a Moraglia y a varios sacerdotes con cinco folletos distribuidos entre enero y agosto de 2019: este último acusado de comportamiento no en consonancia con la sotana, especialmente desde el punto de vista sexual, el primero de no haber controlado la situación y tomado las medidas apropiadas. La estrategia de la defensa, con los abogados Giovanni Trombini y Giovanni Montanari, se ha convertido en la de demostrar que los hechos eran ciertos y por eso ayer se hablaba de este acoso en el seminario, citado en 4 de 5 folletos y refiriéndose concretamente a un sacerdote (en realidad aún no ordenado) que había “aprovechado a uno o dos seminaristas” y luego le habían asignado la tarea a la Familia. «Pero el único acto “sexual” que vi fue el que dije primero, luego el segundo mi percepción puede haber sido más“, él continuó. En cuanto a la investigación canónica, “me dijeron que como yo no era clérigo en ese momento, no estaba dentro del ámbito de la doctrina de la fe”.

El segundo testigo fue el seminarista, ahora fraile, que era el anterior “en la mira” de su hermano. Pero le restó importancia, reduciendo las tensiones en la comunidad a una diversidad de puntos de vista entre progresistas y tradicionalistas. “Por supuesto que ese seminarista, que era mi contacto, intentó aislarme de los demás”, dijo, confirmando también la jerga sexual que le incomodaba: “Lo consideré no acorde con el estilo sacerdotal”, concluyó.

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