“Un homenaje a la Italia más inocente”

“Un homenaje a la Italia más inocente”
“Un homenaje a la Italia más inocente”

Es una película delicada y gentil, irónica y ligera. Se llama Yo, el metro y las pizzas. El pronombre “yo” se refiere al caballero que vemos en la película, Ugo Gregoretti, un director de cine y televisión afable y mordaz, que falleció en el verano de 2019, a la edad de 88 años. El año anterior tuvo tiempo de rodar esta última película, producida por Ahab, de Enzo Porcelli, un productor amable e ilustrado. La película podrá verse en la pantalla grande este verano en una serie de proyecciones del evento. Es una buena manera, ver esta última película, de conocer a Gregoretti y su mirada sutil, irónica y empática sobre las personas.

Yo, el tubo y las pizzas –el tubo es el tubo de rayos catódicos de los televisores antiguos, las pizzas son las de la película– Gregoretti nos muestra paseando por Villa Borghese, en Roma, junto a su hijo Filippo y su esposa, Tai Hsuan Huang. El director está cansado, camina con dificultad, a menudo en silla de ruedas, pero intelectualmente es muy animado. Conversando con su hijo y su nuera, sin que lo parezca, les presenta fragmentos de entrevistas realizadas para el programa Sottotraccia de la Rai a principios de los años 1990, además de dos extractos en blanco y negro de dos de sus películas de 1960. En las notas de dirección, Gregoretti pretendía mostrar “la síntesis de mi trayectoria creativa y profesional y de las obras que he creado para la televisión (que han innovado el lenguaje) y para el cine”.

Lo que vemos es asombroso. Una muestra representativa de Italia repleta de rarezas, pequeñas obsesiones provincianas, rarezas. Hay una subasta de mulas, ofrecida al mejor postor por un cuartel de los Alpini, para inmenso dolor de algunos suboficiales; hay un peluquero de vacas, que las peina y les pega las ubres divergentes, para arreglarlas antes de un desfile; un señor de Milán que se enoja con los sacerdotes y los golpea con una manguera de goma; una napolitana que crea pelucas de Madonna; los empleados de una fábrica Hatù, que produce preservativos, con pruebas de resistencia relacionadas. También hay una entrevista a un jovencísimo Rocco Siffredi, que subraya seriamente: “Una mujer debe inspirarme”. Ante todo, Gregoretti escucha, toma notas, comenta con elegante ironía británica.

Hablamos por teléfono con su hijo Filippo, que acompañó a su padre en este último proyecto.

Filippo Gregoretti, ¿qué tipo de Italia se descubre en la película?

“La que conocí en mi infancia. Nací en 1971, experimenté llamadas telefónicas con el dedo en el círculo, por así decirlo… Y en la película encuentro esta inocencia de una Italia que probablemente ya no existe. Y esa mirada Ugo sabe captar su aspecto más cómico y humano, con mucha empatía y mucho respeto”.

¿Qué clase de padre fue Ugo Gregoretti? Cinco hijos, un trabajo que debió suponer mucho trabajo. ¿Tuvo tiempo para ti?

“Por supuesto, tuvo momentos de gran ausencia, pero cuando estaba allí, era una presencia benévola. Un fracaso se lo contaban primero a él que a su madre…”

Y al recordar este detalle, se le quiebra la voz. “Lo siento, me estoy poniendo emocional”.

¿Qué efecto tuvo en usted la revisión de sus informes para la RAI de hace treinta años?

“Era una continuación ideal de aquellos ‘pequeños viajes’, como los llamaba Ugo. Recordé esas crónicas suyas, yo tenía entonces veinte años; sin embargo, no recordaba que fueran tan divertidas. Esa Italia vista a través Los ojos de Ugo. Es emocionante.”

¿En su opinión, Italia ya no existe?

“Era una Italia de rarezas locales, que crecía gracias al aislamiento de ciertas ciudades, de ciertas aldeas. Ahora, con Internet, con las redes sociales, es imposible quedarse fuera del tiempo, es imposible mantener ciertas rarezas. “

¿Cómo fue el rodaje de la película?

“Muy fácil: papá lo tenía todo claro, era muy lúcido y adicto al trabajo. Él era quien siempre nos guiaba. Para Tsai Hsuan, mi mujer, había inventado pequeños bocetos en un italiano cortés y obsoleto. Ella, que sólo tenía “Estudié italiano durante unos meses, memorizó ese guión tan difícil, escrito por mi padre, ninguno de los dos cometió un solo error y terminamos de filmar en tres días, una hora antes de lo previsto”.

Una última cosa. Gregoretti, con Nanni Loy, con Mario Soldati, fue protagonista de una manera de hacer televisión que ya no existe. ¿Qué televisión te gusta hoy?

“Mira, no soy la mejor persona para responder. Mi último televisor se estropeó en 1996: desde entonces no lo he vuelto a comprar”.

PREV Proyecto “Bulky Portal”: portal innovador creado por Messinaservizi Bene Comune como parte de la iniciativa “Estate Addosso” de la Ciudad Social de Messina y el municipio de Messina.
NEXT Musah gira, el camino está trazado: nueva vida en Milán