El tan esperado debut en la sala del tribunal. Sonrisas y citas en abundancia. ¿Los enfrentamientos? Sólo pospuesto

El tan esperado debut en la sala del tribunal. Sonrisas y citas en abundancia. ¿Los enfrentamientos? Sólo pospuesto
El tan esperado debut en la sala del tribunal. Sonrisas y citas en abundancia. ¿Los enfrentamientos? Sólo pospuesto

No suena el timbre, no estamos en la escuela. Pero el aire de emoción del primer día ciertamente se siente en la sala abarrotada y bochornosa del Ayuntamiento.

Los nuevos cargos electos hacen su debut, comienza la era de Massimo Mezzetti y el ambiente es el de un gran acontecimiento. Hay quienes se han preparado con antelación, como los jóvenes concejales Andrea Bortolamasi y Giulio Guerzoni, sentados tranquilamente a la mesa del consejo mucho antes de la hora de inicio, fijada para las 15.00 horas. Sus colegas Vittorio Molinari y Paolo Zanca, con camisetas blancas más informales. siempre imperturbable. Francesca Maletti, junto al alcalde en la silla de vicealcalde, y Grazia Baracchi, que preside la sesión en calidad de concejala mayor. En el rincón más alejado de ellas, un poco aislada, Maria Grazia Modena luce un elegante traje color crema. ¿Entusiasmado? “No, intrigada y con muchas ganas de derribar muros”. En sentido figurado, por supuesto. Su vecino es el veterano Paolo Ballestrazzi, con la perpetua pipa apagada en la boca y la incapacidad crónica de permanecer sentado más de cinco minutos. Va y viene, da la mano, cuenta anécdotas. Recuerda que entró por primera vez en esta cámara el 4 de octubre de 1976, cuando Germano Bulgarelli era alcalde: “Es una gran satisfacción estar aquí de nuevo”. Pero ya está dispuesto a crear problemas: “Debo señalar que el nombre completo de mi grupo es Republicanos, Socialistas de Acción y Liberales. Después de todo – espeta – soy miembro del PRI desde hace 61 años”.

Mientras tanto, al ver desfilar a los protagonistas, da casi la sensación de que hoy los perdedores en las urnas están más serenos que los ganadores. “Tal vez porque el Partido Demócrata tiene algunas turbulencias internas”, comenta con un dejo de sarcasmo Luca Negrini, de Fratelli d’Italia. Como a propósito, en ese momento llega Antonio Carpentieri, del Partido Demócrata, impecable con el apropiado traje oscuro y generoso con ligeras palmaditas en la espalda de sus colegas de la mayoría. “Entonces ya está”, murmuran algunos observadores. Poco después, de hecho, él mismo será elegido Primer Ministro, con 27 votos a favor y 3 abstenciones, a propuesta de Diego Lenzini, a su vez líder del grupo in pectore del Partido Demócrata. Carpentieri se impuso al ex concejal Andrea Bosi, que observa el proceso en un sereno silencio ante la prensa, pero no puede evitar entrar y salir varias veces con el móvil en la mano, mostrando una comprensible irritación. De este modo, la fractura entre el partido de Módena y los líderes nacionales y regionales, que habían defendido un papel institucional para Bosi, se consuma, mientras continúa la sesión. El nuevo vicepresidente del Consejo, a propuesta de Negrini, es Piergiulio Giacobazzi de Forza Italia (28 sí, un no y dos abstenciones), la mayoría y la oposición intercambian cortesías. Sin embargo, es la profesora Módena quien vota en contra: “Nada que decir sobre la persona – precisa – pero hacía falta más etiqueta: no me implicaron en la decisión”.

Katia Parisi, de Módena Cívica, por el contrario, sale de la cámara sin grandes florituras justo cuando el nuevo alcalde ilustra la política del gobierno y no ahorra críticas a quienes “debido a la falta de disponibilidad de un lugar en el consejo eluden la responsabilidad asumida en el momento de firmar el pacto por Módena”. Mientras tanto, dos de sus predecesores, Giuliano Barbolini y Giorgio Pighi, escuchan a Mezzetti en primera fila, pero Gian Carlo Muzzarelli no está. Chaqueta oscura, corbata inusual y fajín tricolor habitual, el alcalde deja entrever un atisbo de emoción sólo en el momento de prestar juramento -repitiendo la frase ritual-, pero luego el discurso programático se desarrolla con urgencia durante unos cincuenta minutos. Perfil culto, tono decidido. No faltan las citas, desde Giacomo Matteotti hasta Italo Calvino, que subraya la necesidad de actuar después de escuchar. Mezzetti también menciona a Marco Aurelio, quien propone la bondad como “el mayor deleite de la humanidad” y habla de paz, citando tanto a Norberto Bobbio como a la encíclica “Pacem in terris” de Juan XXIII. En definitiva, gobierno local con propuestas globales. Por último, Mezzetti no renuncia a uno de sus viejos caballos de guerra tomados de la mitología griega: “Módena, ciudad de trabajo, innovación y solidaridad, no puede encerrarse en el lecho de Procusto del localismo autosuficiente”. ¿Traducción? Hay que pensar en grande.

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