Olvidado desde los años cincuenta, como envuelto en una damnatio memoriae: debido a sus valores ideales, durante demasiado tiempo el Risorgimento fue visto como un precursor del fascismo. Pero Prato fue un ferviente centro de la parábola del Resurgimiento, desde el paso de Garibaldi salvado por los demócratas en 1849 hasta la actividad de figuras ilustres como Piero Cironi, Giuseppe Mazzoni, Atto Vannini, Cesare Guasti. Ahora es una nueva sección del Museo del Palazzo Pretorio la que devuelve la dignidad a una página poco conocida de la historia. Fusiles, sables, cascos y accesorios de uniforme y otros objetos históricos (muchos de ellos restaurados por el Museo Textil), donados por los habitantes de Prato a partir de finales del siglo XIX como prueba de su participación en la epopeya del Resurgimiento, proceden de los depósitos y en parte regresan al origen. Sí, porque el antiguo Museo del Resurgimiento se instaló en el Pretorio a principios del siglo XX, en una pequeña sala del primer piso, formada gracias a numerosas donaciones, en particular la de Adriano Zarini, soldado y patriota. Es él quien aparece en la nueva vitrina, en un cuadro de Tommaso Palloni que lo retrata a caballo con el uniforme de dragón toscano, con el precioso casco de chenilla, pistolas de viaje y botas de dragón con las iniciales A y Z “A transversal “La historia de la ciudad se cuenta a través de estos objetos, de los que hemos realizado un cuidadoso reconocimiento, con un trabajo de inventario, datación y documentación – subraya la directora Rita Iacopino – La distribución de la planta baja del museo está terminada”. Se trata de la última pieza del proyecto de ampliación del Museo del Palazzo Pretorio, donde recientemente se inauguró una sala de pinturas del siglo XV y la sección “Prato antes de Prato”.
El nuevo núcleo de la planta baja se centra en el período 1848-49, cuando muchos pratonenses participaron en la temporada democrática que culminó con el triunvirato de Guerrazzi, Mazzoni y Montanelli. Se exhiben cascos cincelados que pertenecieron a la guardia cívica, complementos de uniforme y sables de rara belleza. Y luego las armas con las que lucharon los toscanos en Curtatone y Montanara, así como la famosa medalla que adornaba el pecho de los veteranos. “Una pequeña joya que esperamos pueda convertirse en un atractivo para los turistas y los habitantes de Prato”, subraya la alcaldesa Ilaria Bugetti.
Maria Lardara
