por Franco Cimino
El corazón es una fuente inagotable de inteligencia. La mejor forma de “razón”, porque combina sabiduría, intuición, intuición y sentimiento. Aquel que “siente” con el corazón cuando la razón no puede afrontarlo es inteligente sin un test de coeficiente intelectual. Esto me pasa a menudo. Pensar con el corazón.
A veces me doy cuenta de que llego primero a las preguntas “razonables” y “complejas”, aunque sólo soy una persona de inteligencia normal. Quizás ni siquiera eso. Habiendo sentido con el corazón comprendí que “Vivarini” podría haber pasado de ser un hecho ordinario a ser un tema complejo. De ahí una mala historia, que habría perjudicado gravemente a Catanzaro y Catanzaro, las dos entidades que llevan tres años confundiéndose de una forma que, en mi opinión, no conviene. En la sociedad de la comunicación y la avanzada tecnología que se le aplica, lo que es verdad no es verdad, pero lo que parece verdad se vuelve verdad.
En este vídeo, a modo de reality, temí que todos nos jugáramos un inmenso patrimonio acumulado con el aporte de múltiples fuerzas, no menos la suerte y la bendición del Cielo. La herencia de ser un gran equipo de fútbol, con una plantilla de jugadores, un entrenador y un juego que nos envidian en Europa, un club extraordinario, que construyó ese equipo, juntando visión y recursos, sueños y presupuesto, un público entre los Lo mejor del mundo por la pasión y la educación, siempre justo con todos y enamorado del equipo.
El asunto Vivarini, que se hizo pasar instrumentalmente como algo relacionado con el cumplimiento del contrato firmado y que desembocó en un tira y afloja, “duva vidimu cu a vince”, corre el riesgo de anular todo esto. Y sin que nadie gane, porque sólo perderá Catanzaro. Y, por el compromiso que el alcalde-hincha, como él mismo quiere ser considerado, también puso en Vivarini como “traidor”, el City también. De memoria no recuerdo que jamás se haya producido un choque tan duro y un llamado, por falso orgullo “nacionalista”, a una guerra santa contra un enemigo. Nunca hemos dejado que los enemigos salgan de Catanzaro y Catanzaro, incluso cuando bastantes lo han hecho y en muchos otros campos. Vincenzo Vivarini, que siempre se equivocó, por lo que se ve, en la manera de plantear su legítimo problema y sus más que legítimas aspiraciones, es una simpática persona, además de un técnico de gran valor. Con él y nuestro gran presidente, Catanzaro y Catanzaro hemos logrado metas que hace tiempo habíamos borrado de nuestros sueños.
Ha construido, con la intuición del Presidente y de sus colaboradores, figuras futbolísticas de cierto valor técnico y económico. Reconstruyó, con el presidente, a uno de los mayores campeones del fútbol italiano, nuestro Pietro. Él nos amaba. Lo amábamos. Si continuamos en esta extraña guerra, acabará perdiendo también Frosinone y nosotros perderemos un nuevo buen entrenador, entre los muchos que se nos han escapado. Así que terminemos aquí. Hoy.
Demos todos un salto atlético y retrocedamos apenas veinte días. Saludamos a nuestra bella entrenadora con un gran apretón de manos. Y digámosle a la manera Catanzaro: “Gracias Vice’ y a todos los que conoces. Trae a todas las hermosas que te dezzimu nui y vuelve a ganar. Ca duva tú ganas, vincimu puru nui”. Y confiamos en el presidente, nuestro presidente, que hará grande a Catanzaro, aún más grande. ¿Quién luchará inmediatamente con los equipos más grandes y no para evitar el descenso?