19 hijos de víctimas de feminicidio

Los llaman “huérfanos especiales”, pero en realidad son niños y jóvenes “destrozados” que han perdido a sus dos padres de un solo golpe. Son hijos de víctimas de feminicidio, doblemente víctimas porque están privados del amor y de la presencia de su madre, pero también de su padre (porque está detenido o, a menudo, suicida) y de la institución de la familia.

En la provincia de Foggia hay 19 niños y jóvenes “destrozados”; Otros tres fueron asesinados junto con sus madres. La fotografía de la ‘tragedia dentro de la tragedia’ la presenta AnnaLucia Celentano (en la foto de abajo), abogada y tutora, además de presidenta de la Sala de Menores de Capitanata: “Hasta la fecha contamos 12 mujeres asesinadas en Capitanata a manos de sus maridos, 3 niños asesinados junto con sus madres y 19 huérfanos por la pérdida de su madre y su padre, ausentes por estar en prisión o, en algunos casos, que se suicidaron”explica.

Las edades de los ‘huérfanos especiales’, tal como los define la legislación, son muy variables: “Hay desde niños de pocos años hasta jóvenes de poco más de 18”explica Celentano quien especifica: “El drama que viven, sin embargo, es el mismo: además de la pérdida irremediable de sus padres, son niños y jóvenes que a menudo también han vivido pasivamente el crimen, una violencia presenciada que puede tener consecuencias y desequilibrios muy graves”. .

Su aceptación es casi inmediata.: “Tan pronto como llega una denuncia de feminicidio, la Fiscalía transmite los documentos al Juzgado de Menores que nombra un curador especial que puede tomar decisiones inmediatas por ellos”, explica. Una vez decretado el decomiso o suspensión del progenitor autor del delito, el curador puede también convertirse en tutor del menor; al mismo tiempo se inicia el proceso para su colocación.

Desde este momento, es la ‘red’ la que se mueve: “Trabajamos siempre online, la parte jurídico-legal no se puede separar de la psicológica y social”, preciso. Como salvavidas está la Red GIADA, un proyecto nacional de apoyo psicológico a huérfanos especiales, o ‘RESPIRO’, que ofrece apoyo para caminos de inclusión y resiliencia.

Hay muchos ‘nudos’ diferentes que un tutor debe desatar: “Un momento difícil, por ejemplo, se refiere a la autorización de mostrar o no el cadáver de la madre a los niños. Es su elección, una posibilidad, pero la decisión recae enteramente sobre los hombros del guardián. La autorización (o no) siempre llega después de una discusión con todo el equipo: en algunos casos, de hecho, la parte psicológica recomienda esta práctica para afrontar y procesar mejor el duelo y tomar conciencia de lo sucedido”. Pero hay muchas variables y hacen que cada caso sea profundamente diferente entre sí: la edad de los niños, las circunstancias de la muerte, las condiciones del cuerpo.

¿Cómo comportarse entonces? “El tutor debe hacer lo que haría un buen padre de familia. Y fundamentalmente seguir las directrices trazadas por la Sala de Menores de Capitanata”, continúa Celentano. Otro momento delicado es el inicio del juicio contra el progenitor autor del crimen. “Es importante poner a prueba la voluntad, la convicción, de ser (o no ser) parte del proceso con la constitución de parte civil”él añade.

“Cuando se llama a niños, testigos presenciales o no, como testigos, es emocionalmente agotador. Y deben estar preparados psicológicamente para afrontar este camino con el apoyo de la ‘red’ que entra en juego antes, durante y después. Queda mucho trabajo preventivo por hacer: hay que hacerle visualizar el proceso ‘mentalmente’, en su función (viático para obtener protección y justicia) y en su estructura (cómo se organiza la sala, cómo se celebra una audiencia )”.

“Entonces debemos preparar a los niños para lo que podría suceder en la sala del tribunal: interrogatorios intensos, la visión del padre tras las rejas, su búsqueda de contacto visual a toda costa, las tensiones que pueden surgir entre los familiares de la víctima y el acusado. En definitiva, elementos todos que a menudo pueden provocar efectos desestabilizadores.”

Existen herramientas regulatorias capaces de ayudar a los “huérfanos especiales” a hacer las paces con sus vidas. Una de ellas es la posibilidad de cambiar el apellido (este es el caso de Alfredo Traiano, cuya historia fue objeto de un cortometraje). “La ley, en este caso, enfrenta una condena definitiva”. Alfredo fue el primero y, de momento, el único en Capitanata en acceder a esta posibilidad: “Actualmente no hay otras solicitudes. Son caminos complejos, que hay que sopesar con mucho cuidado: el apellido identifica, y es una elección irreversible”señala.

LA HISTORIA | Alfredo se convierte en Trajano, como su madre asesinada por su padre

Cambiar el apellido muchas veces tiene un doble significado: “Por un lado está el deseo de distanciarse de la persona que cometió el crimen, por otro el deseo de llevar el apellido de la madre en las piernas como acto de venganza. Ante casos brutales como el feminicidio, hay países enteros que se movilizan. He visto en más de una ocasión la calidez y generosidad de todo un país derramada sobre estos niños y jóvenes. Por mucho que la red de profesionales pueda esforzarse por ofrecerles el mejor alojamiento, la respuesta más adecuada en términos de justicia y activar las herramientas económicas que la ley pone a su disposición, lo cierto es que nadie podrá darles recuperar un punto de referencia tan esencial como la madre”, concluye.

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