Palermo, prisión y enfermos que no pueden recibir tratamiento

26 de junio de 2024, 07:00

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PALERMO – “La prisión, para quienes viven en ella, es el infierno. No hay otra manera de contarlo”. Pino aprende, Garante de los presos de Palermo, conoce esos círculos asfixiantes. Y ni siquiera se trata de ser bueno o malo: la condenación surge de la mecánica de precisión de un lugar al revés.

Un reino de tonterías, de derivas, del sufrimiento, a pesar del arduo compromiso de quienes trabajan y terminan compartiendo el dolor de una libertad imposible. Esto es lo que es la prisión.

Pero la culpa original ni siquiera está en la política. Debemos volver a la indiferencia social que dejó barrotes y cerrojos que sirvieron de alfombras para ocultar el “polvo de la humanidad”. Vale la pena hablar de ello, en el verano abrasador que amplifica el malestar en la celda.

“Los inconvenientes son bien conocidos – afirma Pino Apprendi -. Me ocupo de Pagliarelli, Ucciardone y el juvenil Malaspina. Sufrimos el frío en invierno y el calor en verano. En Pagliarelli hay problemas con el agua, por lo que incluso la ducha sigue turnos. Existe, en general, el problema de los comedores, en los que el Estado gasta muy poco. Y hay personas que no pueden cuidarse adecuadamente”.

Learn profundiza en el discurso sanitario, detrás de los muros. “Los presos esperan meses para recibir una visita de un especialista porque, obviamente, no pueden recurrir a particulares. Cuando finalmente llega el turno, no hay suficiente personal, falta la ambulancia…”.

“Conozco la historia de un paciente con cáncer de unos setenta años que está recibiendo quimioterapia y está en prisión, cuando sería apropiada una oración alternativa. El hacinamiento no ayuda. En Pagliarelli hay mil cuatrocientos reclusos, de los mil que podrían albergarse. En Ucciardone son quinientos”.

“Está el tema muy espinoso de los pacientes psiquiátricos que no deberían estar allí. añade Pino Apprendi: hay quienes ya están enfermos cuando entran. Hay quienes luego enferman. De hecho, no existen estructuras alternativas”.

“Necesitamos más policía penitenciaria, asistentes, psicólogos y médicos. Realmente esperas mucho tiempo para una visita. Te daré un ejemplo. El dolor de muelas es algo trivial, ¿verdad? Pero si lo tienes, sufres terriblemente. ¿Y si nadie viene a rescatarte?”, es la conclusión del razonamiento de Pino, figura histórica del compromiso social.

Algo se mueve, anuncia el garante de Palermo: reuniones con el Conservatorio y con asociaciones gremiales: “Porque quienes afrontan su pena en semilibertad tienen menos riesgo de reincidir”.

Pero siempre hace demasiado calor en las celdas y siempre habrá más. El verano, que para muchos representa una invitación a la alegría, para los internos, para el “polvo humano”, no es más que otro círculo más caliente del infierno.

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26 de junio de 2024, 07:00

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