El río Tíber tiene que hacer frente al aumento de la cuña de sal, al igual que el Po – Ciencia

“En 2017, cuando la crisis del agua en el lago de Bracciano amenazaba con racionar el agua en la capital, la atención del mundo se centró en Roma. Hoy el río Tíber se está salinizando con graves repercusiones en la agricultura de grandes superficies aptas para la producción de alimentos, pero nadie habla de ello.” Esta alarma la dio a principios de junio el director general de la Asociación Nacional de Consorcios de Protección y Gestión de Tierras y Aguas de Riego (ANBI), Massimo Gargano.

Normalmente, cuando hablamos de la intrusión de la cuña de sal, es decir, de ese fenómeno por el que el agua del mar sube hacia el interior y saliniza progresivamente el suelo, la primera zona italiana que nos viene a la mente es el delta del Po. En el verano de 2022 se encontraba el caudal del río más largo de Italia. en su nivel más bajo y la cuña de sal aumentó unos 40 kilómetros, lo que generó preocupación entre los agricultores. Una elevada concentración de sal en el agua (el umbral crítico para los sistemas de riego indicado por la FAO es de dos gramos por litro) corre el riesgo de eliminar la fertilidad del suelo, imposibilitando el cultivo.

Una solución de agua salada

Ahora el Tíber también se ha convertido en una observación especial. Para tener una imagen más clara de la situación, el Consorcio de Recuperación de la Costa Norte de Roma ha activado un acuerdo de colaboración técnico-científica con el grupo de investigación del profesor Paolo Tarolli del Departamento de Territorio y Sistemas Agroforestales (TESAF) de la Universidad de Padua. que en los últimos dos años ha investigado el impacto de la intrusión de la cuña de sal en los cultivos del delta del Po.

La campaña de estudio de campo, en la zona entre Ostia, Fiumicino y Maccarese, para controlar el estado del suelo y los niveles de salinización, utiliza herramientas de última generación que van desde sondas portátiles y sensores remotos hasta drones e imágenes de satélite ( © Paolo Tarolli)

“El enfoque adoptado respecto del Tíber es verdaderamente digno de elogio: no se actúa según una lógica de emergencia, sino que se invierte en prevención”, subraya Tarolli. “El objetivo es comprender, con datos científicos en la mano, si el problema existe, cuál es su alcance y qué acciones deben tomarse para frenarlo”. La campaña de reconocimiento de campo comenzó hace unas semanas, precisamente en la zona entre Ostia, Fiumicino y Maccarese, utilizando equipos de última generación, como sondas portátiles y sensores remotos.

“A lo largo del canal que va desde Ponte Galeria, punto de muestreo del Tíber, hasta Castel di Guido, tomamos una muestra de agua cada kilómetro cada 15 días para conocer el nivel de salinidad. Además, en toda la zona de estudio realizamos mediciones de campo y tomamos muestras de suelo para analizar siempre el contenido de sal y otros parámetros”, explica el profesor Tarolli. “Al comparar los datos recopilados con imágenes adquiridas por drones y satélites, podemos, por ejemplo, evaluar el nivel de estrés de los cultivos debido al aumento de la salinidad del suelo”.

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A lo largo del canal que va de Ponte Galeria a Castel di Guido, cada dos semanas los investigadores toman una muestra de agua en cada kilómetro para evaluar el grado de salinidad (© Paolo Tarolli)

La costa del Lacio presenta bastantes diferencias respecto al delta del Po. Este último, en primer lugar, se encuentra en una zona situada por debajo del nivel del mar. “Además, está sujeto a fenómenos de hundimiento (es decir, hundimiento del terreno) relacionados con actividades antrópicas de hace algunas décadas, en particular la extracción de aguas metano”, añade Tarolli. “El de la desembocadura del Tíber es un territorio más antropizado y, en cierto modo, mucho más fácil de estudiar porque sólo hay un canal de entrada, a diferencia de la multitud de canales en el delta del Po”.

Encontrar un territorio altamente salinizado puede ser un verdadero desastre para las comunidades locales que dependen de la producción agrícola. También porque hay que tener en cuenta que los daños provocados por la intrusión de la cuña de sal son difíciles de reparar. Con el paso de los años, puede producirse una acumulación de residuos de sal y restablecer el equilibrio a nivel de ecosistemas se vuelve muy complicado.

“Para dar una idea de la gravedad del fenómeno, un año y medio después del final de la subida de la cuña de sal (el caudal del río vuelve a niveles normales gracias a las lluvias), el problema de la salinización de el terreno en el delta del Po no está resuelto en absoluto. Incluso se han producido episodios de microdesertificación, que dificultan mucho la recuperación de la vitalidad del suelo”, continúa Tarolli.

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Érase una vez el Po

por Rudi Bressa

Entonces, ¿cuáles son las estrategias de adaptación y mitigación ante el aumento de la cuña de sal? Lo explica siempre Tarolli, que recientemente publicó un estudio sobre este tema en la revista “iScience”. “No se trata de una intervención única, sino de un conjunto de intervenciones que deben considerarse en su conjunto: la creación de barreras móviles, que se activan cuando el caudal del río es muy débil, o zonas de amortiguamiento, que dispersan las infiltraciones de agua salada. O también, la selección de variedades de cultivos más tolerantes a altos niveles de salinidad. Y luego se aplica como regla general el aumento de sustancia orgánica en el suelo”.

En plena crisis climática, la lucha contra el ascenso de la cuña de sal es un tema que está cada vez más en el centro de atención de la comunidad científica y de las instituciones a nivel internacional. Intervenir a tiempo para limitar el problema significa garantizar la estabilidad socioeconómica de regiones enteras. “La agricultura costera en muchas zonas del mundo tiene un importante valor social y cultural: no estamos hablando sólo de pérdida de valor económico, sino también de pérdida de memoria histórica y valor paisajístico”, concluye Tarolli.

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