Italia, para las personas mayores, está retrasada en materia de cuidados continuos a pesar de las reformas

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Un italiano de cada cuatro tiene ahora 65 años o más, y las estadísticas nacionales pronostican en promedio otros 20. Hasta aquí las buenas noticias, ligadas al alargamiento estable de la esperanza de vida media. Ciertamente menos deseables son las limitaciones físicas que trae consigo la edad y que afectan a la población italiana de mayor edad durante una media de 10,5 años, según Istat. El porcentaje de italianos con limitaciones graves es limitado en comparación con la media europea y la tendencia es estable en comparación con el pasado.

¿Pero con qué ayuda a las familias por parte del Estado?

Un reciente foco de la Oficina Parlamentaria de Presupuesto (UPB) dedicada a la salud y los cuidados continuos (en inglés como Long term care, LTC) describe la situación en términos de “luces y sombras” tras las dos reformas paralelas previstas por el Pnrr sobre el tema. de discapacidad y no autosuficiencia, “aprobado en los plazos establecidos, pero aplazando muchas cuestiones fundamentales”. Las luces: se ha introducido una disciplina de evaluación uniforme, tanto para la discapacidad como para la falta de autonomía. Las sombras: todavía quedan muchos aspectos sin resolver en la prestación de servicios. El motivo de los aplazamientos es, como suele ocurrir aquí, una “financiación limitada”. Y hay diferencias territoriales notables, dada también la “timidez” de las reformas en la definición de la Lep, los niveles esenciales de desempeño puestos en evidencia en los últimos días por el choque político en torno a la aprobación de una autonomía regional diferenciada. “La posibilidad de tener que recurrir, a partir de un determinado momento de la vida, a cuidados sanitarios y asistenciales continuos – subraya la UPB – es reconocida desde hace tiempo como uno de los nuevos riesgos sociales”.

Italia no es Suecia

Numerosos países, informa la PBO, ya han intervenido para introducir un sistema de cuidados de larga duración, con modelos muy diferentes. En la UE sólo los Países Bajos, Suecia y Dinamarca tienen sistemas fuertes (gasto público del 3,5% del PIB) y basados ​​en la oferta de servicios reales. «Italia, con un gasto inferior al 2% en la última década, se encuentra entre los países que dedican un nivel intermedio de recursos al sector, pero el modelo se basa principalmente en transferencias monetarias, sin restricciones de gasto, utilizadas generalmente para compensar a las familias. cuidadores o contratar servicios de asistencia personal, no siempre con contratos regulares”.

Regiones irregulares de leopardo

Las Regiones se han equipado construyendo modelos diferenciados, “en función de los recursos disponibles, de las capacidades organizativas y de las preferencias por los diferentes tipos de intervención”. El marco de servicios está muy diversificado incluso entre los distintos municipios y los ATS (organismos de protección de la salud, es decir, las estructuras administrativas de la región en el territorio, ed.) y en general no está muy desarrollado. “El conocimiento mismo de las intervenciones llevadas a cabo – subraya la PBO – especialmente a nivel local, no es satisfactorio”.

Cuestiones no resueltas o pospuestas

En lo que respecta a la gestión, integración y prestación de servicios y prestaciones – escribe la oficina de presupuesto – “muchos aspectos parecen no resolverse, posponerse o simplemente no abordarse”. De hecho, el Pnrr financia el incremento de los cuidados de atención integrada domiciliaria (ADI), hasta llegar al 10% de los mayores de 65 años «pero con una intensidad asistencial media muy baja». La integración, el nivel de los servicios domésticos y residenciales, la formación y cualificación del personal y de los cuidadores se posponen en su mayor parte para futuras medidas”. En lugar de delinear concretamente el desarrollo de los servicios públicos, se hace hincapié en la lógica de las redes y la subsidiariedad horizontal. «Esto y el abandono del concepto de adecuación de la intensidad asistencial llevan a diseñar un sistema de cuidados de larga duración en el que no es la necesidad la que determina el apoyo prestado a la persona, sino la ayuda disponible, concentrada y apoyada de diversas formas, para determinar la oferta”.

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