Reggio Emilia – Teatro Ariosto: Alfred, Alfred y La sirvienta

Reggio Emilia – Teatro Ariosto: Alfred, Alfred y La sirvienta
Reggio Emilia – Teatro Ariosto: Alfred, Alfred y La sirvienta

Una combinación aparentemente atrevida propuesta por los Teatros de Reggio Emilia que ve una obra contemporánea como alfred alfred por Franco Donatoni y La sirvienta Por Giovanni Battista Pergolesi. El rasgo de unión de esta operación consiste en que en ambos casos nos encontramos ante una farsa de la vida cotidiana, una visión humorística de las rarezas e inconsistencias de la vida que a veces nos afligen a cada uno de nosotros.

alfred alfred parte de una experiencia personal vivida por el propio Donatoni, que se vio obligado a pasar una larga hospitalización en el Alfred Hospital de Melbourne durante la cual tuvo la oportunidad de observar en silencio a las distintas personas que se acercaban a su cama y de reflexionar sobre las variables humanas.

Desde el principio nos damos cuenta de que todo es surrealista: esto se ve subrayado por las imágenes distorsionadas de los personajes que se suceden en el escenario proyectadas en dos pantallas laterales y el uso continuo de luces estroboscópicas.

Partimos de la rolliza enfermera que, repitiendo continuamente de manera obsesiva y seductora al mismo tiempo “voy a la cocina a buscar leche, vuelvo en cinco minutos”, poco a poco va demostrando que está dotada de cinco pechos, al grupo de amigos que hace una empalagosa visita de cortesía, a la pareja que se acerca a la cama sólo para montar una escena, a varios miembros del personal médico y de enfermería que al final de su intervención yacen inconscientes en el suelo etcétera.

El ritmo de la música, en la que no faltan citas divertidas e incongruentes de La Traviata o Stravinsky, es apremiante, atractivo, a menudo estridente, tal como lo es la realidad: lo absurdo pronto se convierte en pura comedia, una risa amarga sobre la vida.

La ópera se divide en siete escenas de no más de un par de minutos cada una, intercaladas con seis interludios musicales, y transcurre rápidamente ante la clara apreciación del público. Enhorabuena a todos los cantantes por resaltar, incluso en la complejidad objetiva de algunos pasajes, el potencial llamado “expresionista” de una partitura con un fuerte impacto general.

Cuando se vuelve a abrir el telón tras el intervalo se descubre que el silencioso paciente del hospital de la primera parte no es otro que el protagonista de la La sirvienta.

Uberto es un maestro elegante, aterrorizado por envejecer, que recibe inyecciones de Botox y silicona de Vespone y realiza sesiones de crioterapia dentro de una tina llena de hielo. Serpina, como era de esperar, es una mujer decidida y de carácter fuerte, dispuesta a cambiar la situación a su favor; Vespone, el sirviente de Uberto, una vez disfrazado de Capitán Tormenta, sube al escenario la tricolor francesa, quizás en recuerdo del estreno de la ópera que tuvo lugar en 1734 en la Academia Real de Música de París y en el Palacio de Versalles, casi como si Quería mimetizar en los gestos La libertad que guía al pueblo de Delacroix, un símbolo perfecto de la agitación de vidas que tendrán que afrontar los dos protagonistas.

Hay pocos accesorios: un armario, una mesa, una chaise longue, unas cortinas que, alternativamente subidas y bajadas, varían los ambientes.

Enhorabuena a los dos protagonistas. Samantha Faiña Y Giuseppe De Luca, ambos con voces interesantes, frescas y educadas; muy bien también Conjunto de Ícaro que, bajo la excelente dirección Dario Garegnaniha sabido ir desde lo contemporáneo hasta lo barroco sin perder nunca el estilo y el mordisco.

La reseña se refiere al programa del 26 de mayo de 2024.

Simone Manfredini

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