¡Gracias Diosa, gracias Bérgamo! « Bérgamo y el deporte

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Para mí, que vivo en la zona baja de Bérgamo, el viaje comienza a primera hora de la tarde. Quiero saborear las emociones de la ciudad de cara al partido de vuelta de las semifinales de la Europa League que enfrentará al Atalanta contra el Marsella. Está en juego el acceso a la final de Dublín el 22 de mayo. Son las cinco, aparco el coche en via Angelo Maj y me dirijo hacia Piazzale Goisis, donde encontraré mi acreditación de prensa. Camino por Via Camozzi y ya me encuentro cara a cara con los primeros aficionados. Charlo con ellos y descubro que vienen de Rovetta. Los cánticos se extendieron por la calle y en un instante me encontré en Piazzale Oberdan. Aquí la multitud de fans aumenta en un abrir y cerrar de ojos y yo me encuentro gratamente involucrado cantando cánticos desde las esquinas. El estadio está cada vez más cerca y Viale Giulio Cesare parece el Piazzale Loreto de Milán en las horas punta. Me dirijo hacia la entrada del estadio donde las puertas aún están cerradas. En cuanto me dan el visto bueno, entro en el “Gewiss” que todavía está vacío. La Curva Nord está extrañamente silenciosa. Conforme pasan los minutos, llegan los aficionados. Son hombres, mujeres y niños todos unidos por una cosa: EL COLOR NEGRO Y AZUL que los distingue. El primer rugido de todo el estadio lo registramos a las 20.23 horas, cuando los jugadores entraron al campo para calentar. El tiempo pasa rápido y ya se pueden ver los primeros preparativos para la coreografía de esta noche. A pocos minutos del inicio del partido llegan los primeros escalofríos. Cuando el orador comienza a pronunciar los apellidos de nuestros campeones, todo el pueblo de la Diosa responde con un OLE’ en perfecta sincronía que culmina con un atronador aplauso que se pierde en el cielo de la ciudad. Después de unos segundos, cuando entran los jugadores, la Curva Norte adquiere la apariencia de un plató de cine. En unos minutos se transforma en una curva multicolor con una pancarta a lo largo de toda su longitud. “LA MEMORIA DE LOS MALINOS RECORDADA POR CADA NIÑO. GANA HOY PARA CONTARLO A DUBLÍN”. Una forma de unir aún más a los aficionados de varias generaciones con sus favoritos a través del deporte. El espectáculo que la ciudad ofrece a Europa es sencillamente grandioso. Tan pronto como suena el pitido inicial, comienzan los vítores. Comenzamos con “Atalanta gana para nosotros”, alternando con “gana para nosotros el Atalanta mágico” y “alè-oo alè-oo Atalanta alè debes ganar”, que resuenan dentro del “Gewiss”. Cuando el Marsella ataca, los aplausos se convierten en un silbido ensordecedor. Un continuo ondear de banderas y cánticos animan a los 11 jugadores nerazzurri. Luego, en el minuto 30 de la primera parte, la curva estalla con un entusiasmo espeluznante por el gol de Lookman que da la ventaja a los hombres de Gasperini. La segunda parte comenzó con gritos de go-go hasta la explosión de felicidad nerazzurri con el segundo de Ruggeri en el minuto 52. La afición no deja de aplaudir en cada cambio. Los primeros en abandonar el campo fueron Ederson y Scamacca, seguidos, pocos minutos después, por De Ketelaere, que recibió una dosis de aplausos dignos de un Corazón. Al final es el turno de Zappacosta y Lookman de recibir su parte de aplausos. Y, mientras en el minuto 94 empezaban los fuegos artificiales en el cielo de Bérgamo, Touré marcó el tercer gol justo debajo de la curva. Lo que sucede al final del juego es indescriptible. Un estadio de pie y aplaudiendo a los jugadores, los jugadores aplaudiendo a la afición. En definitiva, escenas de gran intensidad emocional que quedarán grabadas en el corazón de los 15.000 aficionados nerazzurri que cantan “Vamos a Dublín” ante la mirada de un emocionado presidente Percassi.

Gracias Diosa y gracias Bérgamo.

Giovanni Spiranelli

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