investigación sobre el asesinato de 17 fascistas en la fortaleza después de la Liberación

investigación sobre el asesinato de 17 fascistas en la fortaleza después de la Liberación
investigación sobre el asesinato de 17 fascistas en la fortaleza después de la Liberación

Era la noche del 8 de mayo de 1945, cuando 17 ex fascistas encerrados en una celda del interior de la fortaleza fueron asesinados a tiros con ametralladora por alguien que irrumpió allí, cometiendo una ejecución sumaria que sólo puede definirse como un “criminal injustificable”. acción. Durante décadas, esa página sangrienta de la historia de Cesena estuvo envuelta en demasiados silencios, también porque en 1948 el asunto terminó, desde el punto de vista judicial, con una sentencia del Tribunal de Apelación de Bolonia que declaraba que no había lugar para proceder, ya que el Los culpables seguían siendo desconocidos. Pero al mismo tiempo ese episodio, ocurrido dos semanas después de la Liberación, fue aprovechado por viejos y nuevos nostálgicos del fascismo, distorsionando la historia, en un intento inaceptable de equiparar a nazifascistas y partisanos, ya que ambos llevaron a cabo acciones violentas que fueron más allá del “horror endémico de la guerra”. Ese relato, elaborado examinando hechos individuales a través del “ojo de la cerradura”, sin tener en cuenta el contexto en el que ocurrieron, ha infectado también a una parte de la opinión pública que tampoco tiene nada que ver con el régimen de Mussolini y la monstruosa ideología subyacente.

Ahora dos historiadores de gran calidad, Mattia Brighi y Alberto Gagliardo, han realizado un valiosísimo trabajo de investigación y análisis, que arroja luz sobre ese relato y corrige muchas distorsiones. Lo hicieron examinando los documentos judiciales, por primera vez de manera minuciosa, describiendo quiénes eran las 17 víctimas, muchas de las cuales procedían de unidades militares que habían llevado a cabo feroces masacres, y luego investigando cómo las historias y “lecturas” engañosas sobre Aquella situación proliferó. También exploraron el prólogo vespertino de la masacre: el asesinato de Iolanda Gridelli. Aquella joven fue luego transformada en un símbolo por quienes miran al fascismo con ojos benévolos (en los últimos días se han colocado carteles funerarios sin firmar para honrar su memoria, como se viene repitiendo desde hace algunos años) e inventaron detalles contradictorios en torno a esa barbarie de documentos oficiales (no es cierto que el cuerpo quedó expuesto dos días) o no confirmado (en la autopsia no se menciona que estuviera embarazada). Todo el trabajo realizado por Brighi y Gagliardo dio como resultado un libro titulado “Anatomía de una masacre: Cesena, 8 de mayo de 1945”. Publicado por la Biblioteca Clubeb, cuenta con el prefacio de un excelente historiador: Francesco Filippi. Se presentará el jueves 16 de mayo, a las 17.00 horas, en el salón principal de la Biblioteca Malatestiana.

Después de haber reconstruido con gran precisión los acontecimientos de aquel 8 de mayo de hace 79 años, los autores hacen una aguda reflexión: «Quien disparó aquella tarde a Iolanda Gridelli y que durante la noche apuntó con ametralladoras a 17 personas, indefensas en ese momento, fue culpable. Sin duda, de una falta grave, pero fue la consecuencia de esa perversión provocada por veinte años de dictadura feroz y de la tragedia de la guerra en la que el fascismo sumió a Italia y a su pueblo, y de la que sólo él es responsable exclusivo y completo. Quienes le sirvieron celosamente hasta el final, e incluso pagaron con su vida, ciertamente pueden aspirar a la compasión humana por la violencia de la que fue víctima, pero no a entrar en la memoria pública compartida: en cuestiones como la democracia, la libertad, la paz. , la igualdad de los seres humanos, el respeto del derecho internacional, todos pisoteados por el fascismo, es bueno que la línea que separa a quienes se sitúan de un lado o del otro de estos valores quede, ahora y siempre, bien marcada”. Por eso Brighi y Gagliardo no están de acuerdo con la propuesta que resurge de vez en cuando de conmemorar a las víctimas de la masacre con una placa pública, porque la memoria civil colectiva se nutre de un intercambio de principios que sustentan la Constitución y la República democrática, que no pueden ser encarnados por aquellos que, sin embargo, se habían unido al fascismo en diferentes niveles.

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