Escarcha. La caravana aparcada a poca distancia del juzgado sigue siendo su única defensa. El empresario Emilio Missuto ha llegado a su octavo mes consecutivo en huelga de hambre. En total son doscientos días. Debido a disputas con un ayuntamiento sardo y con instituciones bancarias, desde hace años lucha junto con su familia para intentar recuperar lo que le corresponde por las obras públicas realizadas pero nunca pagadas. Con el tiempo, tuvo que afrontar diversas vicisitudes y la pérdida de gran parte del centro de producción construido en el distrito de Sabuci. En los últimos meses, como explica a diario a través de breves vídeos colgados en las redes sociales, se ha alimentado exclusivamente de suplementos y algunas bebidas proteicas. Está controlado por médicos y su familia no lo deja en paz. Por el contrario, se siente abandonado por las instituciones de las que espera respuestas, en primer lugar con respecto al asunto judicial sardo que provocó los primeros problemas reales. Se define como “víctima de la mafia y de los pequeños delitos” por los numerosos daños que sufrió. En los últimos meses ha perdido mucho peso e inevitablemente hay repercusiones físicas. El empresario dijo que no quería ceder. Hace el llamamiento al Presidente de la República Sergio Mattarella y al Ministro de Justicia Carlo Nordio. Pide reunirse con ellos para explicarles toda la historia.
