por Maurizio Troccoli
Uno de cada tres electores llegará decepcionado a las urnas europeas. El efecto placebo de votar a populistas y soberanistas no ha terminado y tampoco terminará esta vez, cuando uno siente que vive peor que antes. Cuanto más decepcionados nos sintamos, menos acomodados, en riesgo económico y con menos garantías incluso en materia de asistencia sanitaria, más votaremos por aquellos que se jactan de soluciones “soberanistas”. Aunque, pese a gobernar, no las implementa. A pesar de la propaganda sin resultados tiene cierta antigüedad. En resumen, la vieja fórmula tranquilizadora de hacer creer que Europa tiene la culpa y que hay que cambiarla seguirá funcionando también esta vez, a pesar de que los mismos que la proponen son los mayores garantes de la inacción en Europa y hacia las instituciones europeas.
La idea de que, también esta vez, un voto de cada tres corre el riesgo de caer en manos de los soberanistas surge tras el estudio del Censis, que pone de relieve el profundo malestar de los decepcionados. Más de 120 millones de votantes potenciales se sienten decepcionados por Europa. Para explotar su frustración, el equipo de propaganda está activo, con mensajes incluso ambiguos en vallas publicitarias, carteles electorales y todo tipo de eslóganes soberanistas. El informe del Censis se titula “El estado de la Unión, una geografía social de la Europa electoral”, que Repubblica ilustró en un adelanto.
El 34% de los votantes europeos vive en zonas donde los ingresos han disminuido – esto es lo que se desprende del informe -. Viven en zonas periféricas a los distritos de producción y sienten que tienen menos bienestar que antes. De las 233 zonas geográficas analizadas, en 75 de ellas la renta per cápita cayó. Umbría se encuentra entre las regiones que más perciben el descenso del nivel de bienestar de sus habitantes. Hay que decir que la renta neta disponible de todos los europeos, tomando como referencia la gran crisis de 2008, aumentó un 3,1%. Obviamente esto es en promedio. Pero tenemos que ver dónde. En las 75 regiones degradadas, los ingresos anteriores nunca se recuperaron, por el contrario, continuaron disminuyendo y perdiéndolos, en promedio un 8,1%. En cuanto a las áreas macro, estamos hablando de Grecia, Italia y España. Luego están también Francia, Austria, Hungría, una parte de Bélgica, Alemania y Portugal.
Entre los 20 territorios que más bienestar han perdido, 11 están en Grecia y 7 en Italia: Umbría ocupa el segundo lugar después del Lacio. En efecto, si los habitantes del Lacio han perdido el 16% de su riqueza, los umbros – también en el informe del Censis – han perdido el 14,7%, seguidos por la provincia de Trento y Toscana que han perdido el 14,6%.
Del total de ciudadanos europeos que han sufrido esta degradación, 4 de cada diez son italianos (39,1%). Pero es Europa, en su conjunto, la que se ha vuelto menos rica y tiene menos niños. Hace quince años, los 27 países que hoy forman parte de la UE representaban el 17,7% del PIB mundial, mientras que en 2023 será el 14,5%. Respecto a hace 15 años hemos pasado del 6,5% de la población mundial en los actuales 27 estados miembros al 5,6%. Evidentemente el mundo ha cambiado, y luego los países pobres o emergentes han experimentado dinámicas de desarrollo capaces de desplazar porcentajes anteriores. Hoy en día sólo el 49% de los italianos expresa confianza en el Parlamento Europeo y el 46% en la Comisión. Aquellos que actúan bien en Europa pero hablan mal de ella en casa están dispuestos a aprovecharse del descontento una vez más.
