Fuentes vacías y sucias, edificios con cristales rotos que dominan las obras de San Pellegrino in Fiore y paredes sucias atraen la atención de los turistas
VITERBO – Entre el decir y el hacer hay, como siempre, un mar inmenso. Viterbo, en particular, está salpicada de puntos de deterioro que han estado presentes desde tiempos inmemoriales, fuentes sin agua, desechos no recogidos y muros históricos desfigurados. Todo ello ante la mirada de los turistas que, afortunadamente, no se dejan desanimar por la inacción de la administración hacia el centro histórico: la joya de la ciudad.
Por un lado, están los que esperan que las exposiciones de San Pellegrino in Fiore, comisariadas este año por el arquitecto Rafele Ascenzi y su equipo de técnicos, consigan hacer que los turistas centren su mirada en otra parte. Por otro lado, hay quienes son muy conscientes de que la administración podría haber cumplido las promesas hechas durante la campaña electoral, cuando Chiara Frontini prometió un futuro brillante y la recuperación del centro histórico.
Mientras tanto, sin embargo, los turistas siguen visitando un Viterbo que se despierta tarde por la mañana, con pocas tiendas abiertas a las 10 horas y que los lunes prefiere quedarse con las persianas cerradas, desanimado también por el aumento del coste de la vida en una ciudad que se ha estancado durante demasiado tiempo.
En San Pellegrino, el barrio más popular, los preparativos en marcha para San Pellegrino in Fiore atraen miradas curiosas, pero también hay quienes comentan lo que hay alrededor: cristales rotos, basura y barreras de adoquines que están irregulares desde hace meses. Una degradación que, una vez más, destaca y es notada por todos, menos por la administración.
Un ejemplo perfecto de esto es el Palazzo Scacciaricci, donde, si por un lado hay una exposición en marcha en el primer piso, a nivel de la calle encontramos vidrios rotos, suciedad y salas en ruinas.
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