Bari – Teatro Petruzzelli: El ángel de fuego

Bari – Teatro Petruzzelli: El ángel de fuego
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No son muchos los compositores del siglo XX que tengan una identidad tan inconfundible como la de Sergej Prokofiev (Sonzovka, 1891 – Moscú, 1953), cuya carrera artística se desarrolló a la sombra de la Revolución de Octubre, de la construcción de la URSS y de la degeneración. del régimen estalinista, que tras reconocerle como compositor del régimen le obligó posteriormente a humillarle retractándose públicamente.

En su producción el campo de acción más significativo lo encontramos en los conciertos de piano solo, en las monumentales siete sinfonías y en el teatro musical donde ocupa un lugar particular. el angel de fuego, representada póstumamente en 1955 en Venecia, treinta años después de su finalización y dos después de su muerte. Nunca antes representada en Apulia, esta obra maestra con una partitura visionaria y muy moderna finalmente se representó con gran éxito en el Petruzzelli de Bari, en la evocadora puesta en escena del Teatro dell’Opera di Roma dirigida por Emma Dante – para la Temporada de Ópera y Ballet 2024.

El libreto está basado en la novela homónima del poeta y escritor simbolista ruso Valerij Bryusov (1873-1924), publicada por entregas en la revista Vesy entre 1907 y 1908. La historia, ambientada en la Alemania del siglo XVI, se desarrolla de forma incesante y Gira frenéticamente hacia la figura de Renata, una mujer poseída por un ángel que es la otra cara del diablo. «Si el juego de ambigüedad entre realidad y fantasía, que deja a la figura clave de Renata constantemente en equilibrio entre la locura histérica y las visiones místicas, es funcional al espacio del “teatro de ideas” suscitado por la novela, en la obra provoca muchas Problemas de equilibrio narrativo y alienación perpleja en el espectador. – escribe Sergio Sablich – uno se ve llevado a dudar de la naturaleza benéfica o malévola del ángel, de la veracidad de las revelaciones de Renata e incluso de una metamorfosis malévola experimentada por Ruprecht, que aparece en el último acto, como un nuevo Fausto, junto a Mefistófeles. Se trata pues de un “drama ético” mucho más que pasional, un choque entre intelecto y locura lleno de furia gótica y brujería, donde se debate la angustiada sutileza de las fronteras que separan el mundo natural del sobrenatural, el bien del mal.

Bueno, la directora de Palermo no sólo logra captar esta fragmentación sino que la convierte en una piedra angular de su espectáculo, subrayando con una teatralidad convincente todos los dualismos que atraviesan la obra. Y lo hace sobre todo basándose magníficamente en aquellos códigos que representan su universo. Para ella, el drama es más apasionante que ético, por lo que ese mundo ancestral exclusivamente femenino se materializa como sólo se puede encontrar en el sur de Italia, impregnado de catolicismo y superstición, con un erotismo y un éxtasis que encuentra su hábitat natural en las escenas de Carmín Maringola evocador de la Cripta de los Capuchinos de Palermo con sus catacumbas. Siempre funcionales y, si es necesario, incluso suntuosos, los trajes de Vanessa Sanino y diseño de iluminación eficaz Christian Zúcaro. Y luego la habitual gran maestría de Dante en el manejo de las masas y del escenario con dos auténticos “golpe de teatro”. Mientras tanto, la inclusión de los actores y mimos de su compañía a quienes confió, entre otras cosas, los breves y magníficos interludios con el telón cerrado que marcaron el paso entre los cinco actos y las siete escenas del espectáculo. Y luego, con la espléndida coreografía de Manuela Lo Siccolas intervenciones de danza potenciaron la parte visual, empezando por el ángel blanco interpretado por una fenomenal bailarina de breakdance, Alis blanco, con sus mil acrobacias con la cabeza gacha y las piernas apuntando al cielo como si caminara. Pero en esta circunstancia también estaba su antagonista, el ángel oscuro, confiado a otro muy buen breakdancer, Enrico Fioritoque se encuentran en bandos opuestos en el escenario del duelo, bien preparado por Sandro María Campañaentre Ruprecht y el conde Heinrich, una especie de marioneta muy bien interpretada por el mimo Ivano Picciallo.

La música de Prokofiev no permite un momento de respiro: dura, disonante, violenta, con muy pocos destellos líricos y extraordinariamente moderna en su impulso rítmico, a menudo llevado al límite. En el podio deOrquesta de Teatro en gran forma, el director Jordi Bernácerahora muy conocido y apreciado por el público de Petruzzelli, brindó una lectura ejemplar con gran atención a cada detalle, buscando y encontrando siempre un color orquestal claro y adecuado a cada situación escénica, como el final orgiástico con su explosión sonora que también encontró una excelente respuesta de la Coro de Teatro impecablemente preparado por Roberta Peroni.

En la parte impermeable de Renata la prueba de es espléndida Ángeles Blancas Gulinpremiada en 2023 como mejor soprano por la asociación española OperaXXI y ya fascinante protagonista en Bari de La voz humana de Poulenc: era 2007 y la temporada Petruzzelli, a la espera de la reapertura del teatro, se desarrollaba en el Piccinni. En esta ocasión la soprano española se hizo apreciar tanto en los escasos momentos líricos de la partitura como en los mucho más frecuentes en los que la voz debe emerger sobre la resplandeciente alfombra orquestal. Lo cual hizo muy bien gracias a una entrega sólida, un fraseo incisivo y una fuerte personalidad escénica.

El otro papel principal lo desempeñó el barítono. Dimitris Tiliakos, Ruprecht de voz sólida y fraseo iluminado por una notable variedad de acentos. Y luego están todos los demás personajes que, aunque sólo intervienen en escenas individuales, siguen teniendo cierta importancia en la economía de la historia, empezando por el excelente tenor armenio. Tigran Melkonian en el papel de Agripa. Y de nuevo el bajo Byung Gil Kimel autoritario inquisidor y la mezzosoprano Chiara Mogini, Madre Superiora rigurosa. El dúo Fausto-Mefistofele es histriónico sin excesos, interpretados respectivamente por el bajo. Sava Vemic y el tenor Mert Sun Gu. También es válida la pareja formada por la dueña de la posada, la mezzosoprano. Nino Surguladzefrente al sirviente, el bajo francisco leona. Y también cabe mencionar la inquietante Indovina interpretada por la mezzosoprano. Natalia Gavrilan. Las aportaciones de los tenores también son precisas Gregorio Bonfatti (Glock) mi Murat Can Guvem (Doctor), barítonos Mariano Orozco (Matías) e Stefano Marchisio (Taverniere), de la soprano Estela Hu y la mezzosoprano Aoxue Zhu bajo la apariencia de los dos novicios.

Al final un intenso aplauso para todos los protagonistas.

La reseña se refiere a la tarde del 17 de abril de 2024.

Eraldo Martucci

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