Esta función está coordinada por The Post-Standard/Syracuse.com e InterFaith Works de CNY. Sigue este tema y autor publicado domingo, martes y jueves.
Hace unos años, dejé de preocuparme por mis canas. Tenía una pizca de mechones grises, apenas perceptibles desde la distancia. Sin embargo, se han multiplicado suavemente y he decidido dejarlos en paz.
Esto sucedió cuando aprendí sobre la discriminación por edad: las historias que nos contamos unos a otros y a nosotros mismos sobre lo que podemos y no podemos hacer debido a nuestra edad. La discriminación por edad aparece en nuestros lugares de trabajo (“Son demasiado mayores/jóvenes para ese trabajo”). Aparece en nuestra atención sanitaria (“Duele porque estás envejeciendo”). Además, aparece en toda nuestra cultura de la belleza.
Por lo general, es aceptable decirle a alguien: “Te ves bien para tu edad”. Sin embargo, ¿diríamos alguna vez que alguien se ve bien para su raza, nivel de habilidad o género? Trabajemos por una aldea amigable con las personas mayores donde seamos aceptados por todo lo que somos en cada edad: canas y todo.
Lori Klivak, Ph.D., es directora del Centro para el Envejecimiento Saludable de InterFaith Works de CNY.
