La ilusión del frío – La Stampa

Parece extraño que todavía nos sorprenda el tiempo en tiempos de cambio climático. Sin embargo, acostumbrados a los excesos calientes, ahora nos sorprende cada mínimo avance helado que aún logra llegar a nuestro noroeste desde el Ártico, superando la barrera alpina o aprovechando los espacios del valle del Po.

Sin embargo, estas incursiones, que nos devuelven a las temperaturas invernales (las mínimas, si el sol resiste), pertenecen a la memoria antropológica de nuestro clima. Y resisten a pesar de todo, como lo demuestran estos días cada vez más fríos y la tendencia (aún no segura) a cuasi chubascos de lluvia y nieve a baja altura. Hacía años que no estábamos acostumbrados a los 400 milímetros de agua que acababan con la sequía en las llanuras y a un final de invierno tan cubierto de nieve en los Alpes: en total se observaron cuatro metros de nieve fresca a 1.875 metros sobre Limone desde febrero hasta una hace una semana.

Ud.una manta que resistió durante mucho tiempo (ayer por la mañana todavía había 64 cm en Pancani) a pesar de las frecuentes y continuas olas de calor que se vienen produciendo desde enero con anticiclones subtropicales o ráfagas de Foehn. Entre ellos han cubierto el mayor número de días en esta primera parte de 2024 y los resultados térmicos son visibles.

Si la media de Cuneo entre las temperaturas máximas y mínimas diarias en los tres primeros meses del año fue de 5,8 grados en el trienio 1991/2020, entre enero y marzo de 2024 aumentó a 8 grados. Un salto de temperatura excepcional, confirmado y superado hasta ahora también por este mes de abril, que con 15,3° de temperatura media mensual igualaría el récord extraordinario de abril de 2007, tres grados y medio por encima de la media del trienio 1991-2020 ( el de referencia climática).

Tras la incursión del frío de estos días y de cara a los próximos diez, aún refrescados por el Ártico, será difícil que este último récord de calor inquietante se mantenga hasta finales de mes. El regreso a una especie de normalidad de nuestro clima primaveral nos lo devolverá una de las figuras del folclore meteorológico más recurrentes en nuestra tradición culta y campesina: la de los “Caballeros del Frío”.

Estas incursiones en el Ártico a finales de abril pertenecen tanto a nuestra historia como a nuestra cultura climática. Una sabiduría popular, enriquecida por una experiencia centenaria que identificaba en los míticos calendarios de San Giorgio (23 de abril, próximo martes) y San Marco (25 de abril) a los fantásticos caballeros que en sus gélidos corceles transportarían a los últimos, tal vez los últimos. Por último, aguja del invierno.

El final de abril fue muy preocupante para una pequeña economía campesina que aún temblaba ante el recuerdo de las ráfagas inusualmente frías de una moderna edad de hielo que duró en la zona de Cuneo entre 1560 y 1850.

Y el dicho occitano del alto valle del Po «Gioursèt e Marchèt i fan sun uvernèt» fue la graciosa imagen con la que exorcizar aquel peligroso «pequeño invierno» de finales de abril, mortal para las primeras cosechas y prometedora floración. Así, los familiares términos cariñosos de Gioursèt y Marchèt podrían servir para halagar a dos guerreros armados, venerados en la devoción religiosa pero temidos secularmente. De hecho, Caballeros del Frío. A punto de regresar este año.

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