“Nosotros, los que nos han robado en los distribuidores en Suiza, todavía tenemos miedo”

“Nosotros, los que nos han robado en los distribuidores en Suiza, todavía tenemos miedo”
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“No me acuerdo. Después del derrame pasé un año con un psicoanalista. Luego ya no trabajé. Ya no pude trabajar”.

Los disparos duelen (si disparan: afortunadamente no en este caso), así como las hojas de los cuchillos sacadas y apuntadas a la garganta. Pero nadie resultó herido. Al menos aparentemente. Debido a los relatos escuchados hoy, 16 de abril, en la sala del tribunal de Varese en el Colegio, que deberá pronunciarse sobre la responsabilidad de un hombre de Varese que aún no ha cumplido los cuarenta años, acusado de robo a mano armada, esas historias explican algo que se rompió en las víctimas de esos crímenes. Independientemente de si se establecerá o no responsabilidad penal – eiEn un caso hubo una sentencia abreviada de 7 años. para el segundo de los imputados – son estas personas que hablaron los verdaderos ofendidos por lo ocurrido entre 2017 y los primeros meses de 2018 (imagen de archivo).

Mismo modo. Misma gente. Diferentes medios para alcanzar prácticamente los mismos objetivos: las gasolineras de Brusino Arsizio, el municipio que cruza la frontera de Puerto Ceresio ya es Suiza: en esos meses se desató una tormenta de robos dirigidos precisamente contra los distribuidores, que en Suiza también son en su mayoría pequeñas casas de cambio donde se guarda dinero, sumas más o menos grandes pero que, en el cálculo de los robos, valían dinero en efectivo por una cantidad superior a otras 100 mil euros de valor en moneda y equivalente.

Pero, como hemos dicho, en el caso de esas tres incursiones realizadas con fuerza armada, en un caso con un arma potente de fabricación exyugoslava y en otros con el clásico cúter o puñal, nos encontramos ante un contexto emocional de tal magnitud que muchos testigos dicen “no recuerdo”. En particular el anciano, nacido en 1954, que explicó: «Sí, recuerdo algo, recuerdo la luz del Cinquecento que el cliente había visto alejarse. Pero no recuerdo mucho más porque el miedo había cesado. Tenía miedo por el cliente más que por mí. Pero luego me enfermé, me trataron durante mucho tiempo y luego ya no trabajé”. Lo mismo ocurre con un colega, siempre italiano, siempre empleado como cajero. Brusino Arsizio ella también, después de años de ver una y otra vez esa escena, ya no puede ni pensar en esas monedas: «Traté de quitármelas. Si todavía lo pienso hoy me siento mal. Cuando me apuntaron con el arma ya estaba en shock, me llevaron hacia atrás donde estaba la caja fuerte, pero ya no podía entender nada.: la policía me encontró en un estado de confusión. Me encontré en el hospital casi sin darme cuenta”. En las próximas audiencias otros testigos, además del agentes del Móvil de Varese quien explicó las técnicas utilizadas para llevar a cabo los ataques.

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