La estrecha victoria ante Messina, entre mil miedos, dificultades, lesiones y venenos esparcidos a lo largo de la semana para canalizar el partido hacia el nerviosismo, es vital pero no decisiva. Dejemos de lado los cálculos matemáticos, la diferencia de goles y los cara a cara de los que se ha hablado demasiado y centrémonos en nosotros mismos.
El equipo de Mister Zeoli, al que renovamos nuestras felicitaciones por haber gestionado de la mejor manera posible un partido muy delicado, debe repetir lo mismo en Sorrento para lograr la salvación sin más preocupaciones mentales.
No, no hablaremos de los playoffs, no está entre nuestros pensamientos prioritarios. Centrémonos más bien en la dignidad que caracterizó la última actuación de Catania en el derbi contra Messina ante un público extraordinario que no se puede repetir en Sorrento por razones obvias.
Los rojos y azules deben aprender a correr con sus propios pies, incluso si no hay una horda de 20.000 corazones locos de amor empujándolos. Una prueba de fuego más, hasta ahora las hemos superado todas, pero no podemos permitirnos quedar enredados en aguas turbias, una afición como la nuestra, al margen de lo que digan al respecto los ignorantes de todas las latitudes, merece otras etapas.
Ganar a Sorrento porque es posible, porque individualmente tenemos una plantilla muy respetable.
