En la UE quieren seguir gobernando a los perdedores

En la UE quieren seguir gobernando a los perdedores
En la UE quieren seguir gobernando a los perdedores


Y también El síndrome italiano ha llegado a Europa. Al menos así podemos definir la paradójica situación política en la que desde 2011, y durante más de diez años, gobiernan técnicos y políticos de izquierda que no fueron elegidos por los electores. Esto es esencialmente lo que podría suceder en las próximas semanas en Bruselas si fingiéramos que la votación de las últimas elecciones europeas podría considerarse irrelevante para la gobernanza del continente.

No es ningún misterio que los dos líderes más importantes de Europa, a saber, los franceses Emanuel Macron y alemán Olaf Scholz han sido derrotados rotundamente por sus oponentes políticos. En España, los socialistas de Sánchez perdieron su primacía ante el Partido Popular. En Holanda los liberales deben llegar a un acuerdo con la derecha para poder gobernar. En Austria hubo una hazaña de los partidos fuera de su arco constitucional, por así decirlo. Pero lo que importa es que el único país grande que se ha mantenido estable es el que se anticipó al viento europeo hace dos años y vio nacer un gobierno de centro derecha.

Independientemente del juicio que se quiera dar al asunto europeo, no se puede pretender que nada haya cambiado en la opinión pública continental. No se puede dejar de creer que en los últimos 10 años Europa ha crecido a la mitad de lo que ha hecho Estados Unidos. No se puede considerar que la aprobación del reglamento ideológico sobre la renaturalización, como ocurrió hace exactamente dos días, sea compatible con el nuevo talante europeo. Es precisamente el síndrome italiano. La idea de poder gobernar a pesar de la voluntad de los votantes. Ya hemos pasado por esto y sabemos bien cuáles son las consecuencias devastadoras no sólo para los electores que no se sienten representados por su clase política, sino paradójicamente también para la izquierda que, como príncipes sin tierra, no comprende que su fin electoral, al hacerlo, está destinado a volverse sensacional.

tal vez solo Antonio Tajaniel alma más moderada del gobierno italiano y hombre fuerte del Partido Popular Europeo, entendió esta contradicción de las cancillerías de Bruselas. Es difícil salir del punto muerto en la cena de los perdedores que se celebró hace dos tardes para llegar a un acuerdo sobre los llamados “primeros puestos” europeos, pero lo cierto es que hacer como si no pasara nada, ignorando el voto de los ciudadanos, haría a Europa aún menos competitiva de lo que ha sido en los últimos quince años.

Nicolás Porro, El periódico 19 de junio de 2024

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