Un nuevo complejo de tiendas de campaña en construcción al oeste de Jan Yunis, en el sur de la Franja de Gaza, confirma los preparativos israelíes para una ofensiva a gran escala en Rafah, ataque que irá precedido de la evacuación de civiles hacia Jan Yunis, la ciudad que regresa de meses de intensas operaciones militares israelíes. Aquí, en el hospital Nasser, así como en Al Shifa en Gaza, la Protección Civil Palestina ha descubierto en los últimos días varias fosas comunes, recuperando hasta el momento 310 cadáveres. Una cifra que va en aumento y que ha salido a la luz a medida que los residentes palestinos regresan a la zona en busca de sus seres queridos, en cientos de casos reducidos a cadáveres amontonados, sin un entierro digno. Naciones Unidas dice estar “horrorizada” por la noticia, pide una investigación internacional independiente y también advierte del riesgo de “crímenes atroces” en caso de una ofensiva en Rafah, pidiendo a los líderes mundiales que se unan al “imperativo de proteger a los civiles”. Arabia Saudita condena el descubrimiento y lo atribuye a “la incapacidad de la comunidad internacional de activar mecanismos de rendición de cuentas en respuesta a las violaciones del derecho internacional por parte de Israel, lo que sólo resultará en más violaciones”.
El ejército israelí (FDI) niega la culpa, habla de “afirmaciones infundadas” y explica que, durante la operación militar, las tropas examinaron los cuerpos enterrados por los palestinos “como parte de un esfuerzo para localizar a los rehenes”. Las FDI subrayan que “realizaron exámenes de manera ordenada, respetando la dignidad de los fallecidos” y precisan que los cuerpos fueron “devueltos a su lugar de manera ordenada y correcta”. No es suficiente. La denuncia palestina provoca la indignación general. También porque todavía no hay perspectivas de una tregua en la Franja.
Israel lanzó una nueva operación dirigida a Beit Hanoun, en el norte de Gaza, y ordenó a algunos residentes de Beit Lahiya que se desplazaran a otras zonas, porque el ejército actuará contra la “infraestructura del terror”, “con fuerza extrema”. Nuevas operaciones, mientras continúan las incursiones en Rafah y la Franja, las víctimas palestinas, incluidos miembros de Hamás, superan ya las 34.000.
Por temor a que otros rehenes mueran en Gaza -después de 200 días de cautiverio-, las familias de los secuestrados han regresado para manifestarse en Tel Aviv, pidiendo urgentemente la liberación de sus seres queridos. Hamás presiona y nos recuerda que “el tiempo para llegar a un acuerdo se acaba”. Según el Ministerio de Asuntos Exteriores en Doha, los representantes de Hamás permanecerán todavía en la capital para las negociaciones, tras haber anunciado que no aceptarán ningún mediador distinto de Qatar para las negociaciones.
Mientras tanto, continúan los enfrentamientos diarios entre Israel y las milicias chiítas proiraníes Hezbollah en la frontera con el Líbano. Los milicianos reivindicaron ataques con drones contra dos bases militares en el norte del Estado judío, en represalia por el asesinato, unas horas antes, de un alto oficial de la unidad aérea del grupo. Israel respondió con nuevas incursiones y según fuentes palestinas hubo dos víctimas, una mujer y una niña de 10 años.
Desde Teherán, el régimen de los ayatolás también vuelve a hacer oír su voz, con el presidente Raisi intentando disuadir a Israel de un ataque directo a la República Islámica, prometiendo que – si se lanzara – “no quedaría nada del régimen sionista”. Pero son las sanciones occidentales las que arden, por ahora, más que cualquier otra cosa. Teherán califica de “deplorables” las decididas por la Unión Europea y explica que ha ejercido su derecho a la autodefensa con el ataque de 300 misiles contra Israel. El Ministro de Asuntos Exteriores israelí, Katz, responde rápidamente a su colega iraní, Amir-Abdollahian: «Será mejor que te acostumbres, es sólo el comienzo.
El mundo libre ha despertado y está decidido a detenerlo a usted y a la dictadura asesina de Irán”.
