Israel y Biden están dispuestos a liberar 1.000 millones de armamentos: el deshielo con Netanyahu

Israel y Biden están dispuestos a liberar 1.000 millones de armamentos: el deshielo con Netanyahu
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El conflicto entre Benjamin Netanyahu y Joe Biden es un acto de equilibrio sutil. Una mezcla de advertencias y mensajes tranquilizadores, pruebas de amistad y pruebas de fuerza. Y que se juega sobre un tablero de ajedrez que va desde la Franja de Gaza hasta Irán, desde los pasillos del Congreso americano hasta los de la Knesset. La alianza entre Israel y Estados Unidos nunca ha sido cuestionada.

Pero la relación entre Biden y Netanyahu durante la guerra en Gaza a menudo parecía estar en su punto más bajo. El presidente estadounidense ha tenido que hacer demasiadas veces el papel de bombero, intentando desactivar las iniciativas más peligrosas de Netanyahu y de la extrema derecha que le presiona desde dentro. Pero Biden también tuvo que conceder algo, sabiendo que no tenía que esforzarse demasiado.

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Y ahora, tras los momentos de heladas, parece haber un nuevo periodo de distensión. Lo certifica también el paquete de armamento llegado desde Washington y valorado en mil millones de dólares. El punto de inflexión fue el ataque iraní a Israel. Un lanzamiento de drones y misiles que fue cuanto menos telefoneado, pero que sirvió a Netanyahu para romper el aislamiento en el que parecía condenado. Washington protegió al Estado judío con sus fuerzas armadas y las de sus aliados. Pero mientras muchos esperaban un contraataque ultrarrápido, Bibi sorprendió a todos con un ataque varios días después y limitado a unas pocas instalaciones en Isfahán. Nada nuevo para un Irán que lleva años librando una guerra en la sombra de sabotaje y explosiones misteriosas. Pero si la respuesta pareció “suave” a la derecha radical de Itamar Ben-Gvir, para el primer ministro es sobre todo una moneda de cambio con la Casa Blanca.

NEGOCIACIÓN
Probablemente se evitó la escalada regional con Teherán. Y Netanyahu sabe que puede pedir algo a cambio. Y que para muchos observadores podría ser la luz verde definitiva a la operación Rafah. Sin embargo, en los últimos días la administración Biden ha negado su participación en “operaciones ofensivas” contra Irán, extinguiendo inmediatamente las sospechas sobre un trabajo conjunto entre el Pentágono y las fuerzas de defensa de Israel. Ayer, el secretario de Estado, Anthony Blinken, reiteró que su Gobierno no apoya “una gran operación militar en Rafah”, porque está convencido de que los mismos objetivos se pueden alcanzar “de otras maneras”. Después de todo, Washington quiere evitar una escalada regional. Pero mientras advierte a su aliado sobre las consecuencias de la ofensiva, según el Wall Street Journal la administración Biden está negociando con Israel uno de los mayores acuerdos para el suministro de armas desde que comenzó la guerra en Gaza.

PLAN
Mil millones de dólares en municiones para tanques y morteros, vehículos, armas de diversos tipos. Confirmando esa complicada doble vía de la diplomacia de Washington, dividida entre la atención al frente humanitario y la sólida alianza militar con Israel. El escepticismo estadounidense sobre el ataque a Rafah persiste. El Pentágono ha recomendado repetidamente operaciones quirúrgicas y ha pedido planes detallados para la evacuación de civiles. Antes de que Irán subvirtiera la agenda de Tel Aviv, CNN reveló que la fuerza aérea israelí estaba lista para lanzar millones de folletos ya el lunes para advertir a la población del ataque inminente. Un escenario de pesadilla para residentes y refugiados, que llevan semanas intentando escapar aprovechando la retirada parcial de las tropas israelíes del sur de la Franja. Reunieron lo que quedaba de sus vidas, cargaron todo en carruajes y autos viejos y comenzaron a dirigirse hacia el norte, regresando a lo que quedaba de sus hogares. Pero incluso en otras zonas de la Franja el clima corre el riesgo de incendiarse en cualquier momento. Ayer, después de lanzar un cohete contra Askhelon, las fuerzas israelíes apuntaron a Beit Lahia y en las 24 horas anteriores los aviones “destruyeron alrededor de 25 objetivos”. Según los planes filtrados durante las largas conversaciones entre funcionarios estadounidenses e israelíes, además de la ofensiva sobre Rafah, deberían lanzarse otras operaciones en el centro y el norte de la Franja. Netanyahu no sólo quiere derrotar a los últimos batallones de Hamás, sino que también parece decidido a provocar un punto de inflexión definitivo en el conflicto. Sin acuerdo sobre los rehenes y con demasiados frentes abiertos, Rafah es un expediente que hay que cerrar a toda costa.

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