Porque Alexander Zverev ahora cae bien en el Foro Itálico

El único Top Ten que sobrevivió a la aniquilación del año del Señor 2024, Alexander Zverev, estará por tercera vez en la final del Foro Itálico. En 2017 casi humilló a Novak Djokovic (6-4 6-3), en 2018 tuvo que rendirse a los golpes de Rafael Nadal (6-1 1-6 6-3) en un partido condicionado por las interrupciones por la lluvia torrencial. El domingo su rival será el no favorito Nicolás Jarry, nacido en 1995, chileno número 1 y 18 del mundo, que nunca había llegado tan lejos en un Masters 1000, que lucha bastante por superar al estadounidense Tommy Paul, ATP 13. 27 años hoy. Totalmente familiarizados con la arcilla roja en las rondas anteriores, esta noche ambos salpicaron sus actuaciones de errores. Al final del partido la contabilidad digital jura que son 15 no forzados para Tommy y 23 para Nicolas, pero a mí me parecen más, y de todas formas son tantos que casi igualan los totales de los respectivos ganadores. Un repentino momento de confusión le cuesta un set a cada contendiente: Tommy se pierde a mitad del primer set, Nicolas se mete en problemas al final del segundo, cuando parece a punto de cerrar el marcador a su favor. En el tercer set la calidad del juego no mejora en absoluto pero Jarry se muestra más decidido a conseguir el único break que condena a Paul (6-3 7-6 6-3), a pesar del increíble noveno juego que presenta más giros del resto del partido. Significativo es lo mucho que el sudamericano dice al lente de la cámara, “Hasta el último punto”, que probablemente repite mentalmente en los momentos de dificultad.

Rebobinar, como decían. Debido al calor de la tarde y al trance competitivo de su oponente, el alemán de origen ruso también tendrá que luchar y sufrir para pasar de ronda. Habiendo perdido el primer set sin entrar nunca en el partido, Zverev corre el riesgo de perder el segundo set, durante el cual el otro chileno en las semifinales de 2024, Alejandro Tabilo, compensa la evidente pérdida de dinamismo con una fuerza de voluntad poco común. Tras el tie break (7-4), en el set final el ATP número 5 se extiende: 1-6 7-6 6-2 el marcador final.

Zverev no es empático y no siempre tiene un comportamiento impecable: por un lado, en 2020 fue acusado de violencia doméstica por su exnovia Olga Sharypova (él lo negó todo y, hasta donde sabemos, hasta la fecha no se ha iniciado ningún proceso judicial). abierto en sus comparaciones). Sin embargo, al público del Foro Itálico le gusta mucho Sascha. Por al menos tres razones. La primera es que ganó aquí su primer Masters 1000 a los veinte años, superando a Novak Djokovic en la final; es más, incluso quienes siguen esporádicamente el tenis lo conocen; Por último, está la solidaridad colectiva muy humana hacia quienes se han convertido en campeones a pesar de padecer diabetes tipo 1, una patología gravísima de carácter autoinmune y crónica. Quienes han seguido sus partidos por televisión estos últimos días han podido comprobar que las cámaras gestionadas por ATP Media le encuadran de cerca cuando se inyecta en el muslo la insulina que su páncreas ya no produce. No tiene nada de qué quejarse a este respecto. En efecto: “Al ver la normalidad de mi enfermedad y la terapia asociada – explicó hace un tiempo – quienes tienen el mismo problema pueden sacar de ello un mensaje de esperanza” (la diabetes tipo 1 afecta especialmente a los niños). El año pasado, en Roland Garros, lo obligaron a abandonar el campo para recibir la inyección sin la cual podría incluso arriesgar su vida: la intolerancia intolerante de los organizadores franceses se convirtió en un incentivo más para que cuente su historia cada vez que tiene la oportunidad. . Incluso a mí, desde aquellos días en París, poco me importa el gusto o el disgusto por el chico de Hamburgo: lo que cuenta, además de su tenis a veces excelente, es lo que aprende a transmitir sobre su difícil situación.

El domingo habrá probablemente lleno en las otras dos finales previstas en Central, la del torneo de dobles masculino y femenino: como ocurrió con Zverev vs. Jarry. Hoy la pareja azul formada por Jasmine Paolini y Sara Errani rodeó -precisamente- la última piedra, como las propias Sara y Roberta Vinci lograron hacerlo en tres ocasiones entre 2012 y 2014, pero sólo se hicieron con el título en el primer intento. El partido entre la actual número 13 de la WTA en individuales y la número 5 en 2013 fue casi rutinario, ya que demostraron ser muy superiores a sus poderosas oponentes, las estadounidenses Caroline Dolehide y Desirae Krawczyk (6-1, 6-2). Muy sanas portadoras de optimismo, en la rueda de prensa las chicas de Romaña y Lucca destilaron perlas de sabiduría y experiencia: “Las parejas ya no son tan estables como antes” (lo que también ocurre fuera de las pistas de tenis); “Siempre debemos encontrar, como hoy, la táctica adecuada para poner en dificultades a nuestros oponentes” (programa correcto); “Jugar individuales y dobles en el mismo evento es problemático” (nos lo imaginamos) y “…¡pero disfruto jugando ambos torneos!” (comentario correcto de Jasmine). Si la buena estrella de los dobles italianos sigue brillando, Andrea “Wave” Vavassori y Simone Bolelli también podrían estar en la cancha el domingo, disputando la final.

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