El domingo, al final del partido, sus compañeros del Cus Genova se acercaron a él y le abrazaron en un abrazo de equipo que pareció no tener fin. Pietro sonrió. Rugby, amistad: todo lo que siempre quiso de la vida. Por la tarde salió de la clínica con la impaciencia de la pasión, con el tanque de oxígeno pegado. Acompañado de su padre llegó al estadio Carlini-Bollesan: era el día del derbi contra el Pro Recco y, sentado en las incómodas escaleras, era exactamente como estar en el campo, peleando con los demás. Ganaron, todos celebraron juntos: ¿se puede ser más feliz que eso? Pietro Imperiale falleció 4 días después, con alegría en los ojos. Tenía 28 años. Un gigante de casi 2 metros con 130 kilos de músculos, especialmente el corazón. Un campeón. Segunda línea del club rojiblanco, querido entrenador del sector juvenil: los niños lo adoraban, como se adora a un niño grande que intenta actuar de mal humor pero no logra ocultar esa buena luz en su mirada.
En septiembre comenzó la nueva temporada competitiva, sólo que una tos extraña lo atormentaba: ¿resfriado, alergia? Al final se decidió hacerse un chequeo, cosa que ¡imposible! – tenía evidencia de metástasis pulmonares. El nombre del padre es Andrea: director de radiología médica del ASL 3, especialista en mamografías, un hombre que ha salvado innumerables vidas. Un control posterior hizo que todos respiraran aliviados: seminoma, decía el diagnóstico. Un tumor maligno que afecta generalmente a los testículos, la misma patología de la que -tras una operación- se recuperó perfectamente Lance Armstrong, el famoso ciclista. En el 90% de los casos, las personas afectadas responden positivamente a la terapia. Pero también hay un 10%. Desde septiembre hasta ayer han sido 7 meses de lucha.
Pietro los afrontó como lo hace un jugador de rugby, especialmente uno que juega en scrum: con valentía, fuerza, la voluntad inquebrantable de quien sabe que tiene que dar todo lo que lleva dentro. No rendirse nunca. Y además, tiene a su lado una familia maravillosa: un hermano 2 años mayor – Francesco conocido como Juve, capitán del Cus desde hace mucho tiempo -, sus hermanas Chiara y Cecilia, dos padres formidables. Andrea y Paola se conocieron cantando en el coro de la iglesia. Tienen una fe muy fuerte, aunque un día Andrea soltó una frase desesperada: «Todo esto es profundamente injusto. Debería haberme enfermado yo, no tú.” Pero Pietro, un gigante de los sentimientos, había respondido serenamente: «No, es así: porque soy joven y fuerte. Yo sanaré.” Incluso cuando permaneció encerrado en una habitación del IST, sometido a un tratamiento masivo y debilitante, siguió viendo los partidos de sus compañeros en su tableta.
Para él, que había estudiado en el Colegio Alemán, el rugby siempre ha sido lo más importante: porque el rugby significa amistad, apoyo. En el pasado había recibido varias ofertas para jugar en otros equipos y tal vez convertirse en profesional, pero no lo hizo: Pietro nunca habría abandonado a esos hermanos ovalados con los que había crecido desde niño. La otra semana quiso coger un avión y seguirlos hasta Cerdeña. Lo convencieron de esperar hasta el domingo siguiente. El derbi contra el Pro Recco, que ya había jugado y ganado muchas veces en el pasado. Fue como volver a estar en el campo, ganando. Y luego abrazar a tus compañeros, en ese abrazo que nunca terminó y aún continúa. ¿Podemos ser más felices? Esta tarde a las 17.30 horas se celebrará el rosario y el funeral se celebrará el sábado a las 10 horas, también en la iglesia de la Inmaculada Concepción en via Assarotti.
